El pasado 23 de abril se cumplían 25 años desde que un nuevo género televisivo llegó a las pantallas españolas para quedarse. Poco o nada se sabía entonces sobre aquel nuevo invento procedente de los siempre creativos Países Bajos y acuñado «telerrealidad», que marcaría un hito en la historia de la televisión en España (y del resto del mundo) partiendo de una premisa aparentemente sencilla: mantener en un encierro voluntario de varias semanas a un grupo de personas anónimas, aisladas por completo del exterior, y registrar su convivencia durante las 24 horas del día.
Así nació ‘Gran Hermano’, cuyo concepto y título están inspirados en la famosa novela de ciencia ficción ‘1984’ de George Orwell. Desde su estreno en una pequeña cadena holandesa en 1999, el formato creado por el productor John de Mol acumula 70 adaptaciones locales, más de 600 temporadas, 36.000 episodios producidos, y un seguimiento en redes sociales que supera los 113 millones de fans a nivel mundial.

Con motivo de este cuarto de siglo y después de 32 temporadas emitidas en Mediaset España, Audiovisual451 ha conversado con algunas de las personas clave que trabajaron en la adaptación española del formato ‘Big Brother’ para analizar, a través de sus testimonios, cómo fue la puesta en marcha de aquella primera edición estrenada en el 2000, así como la revolución social que supuso.
De una loca idea de reemplazo…
El desembarco de ‘Gran Hermano’ en España sucedió como ocurre con la práctica totalidad de los programas en televisión: una productora (Zeppelin, por aquel entonces perteneciente al grupo Endemol) se lo ofreció a un canal (Telecinco, capitaneada por un recién llegado Paolo Vasile) como sustituto de otra producción en antena (la telenovela ‘El súper’, coproducida por Zeppelin y Diagonal TV) que estaba mostrando evidentes signos de agotamiento en la parrilla.
Tal y como señalan todos los entrevistados, el culpable de presentar el proyecto en los despachos de Fuencarral fue el productor José Velasco, actual presidente de Grupo iZen (parte a su vez del gigante francés Studio TF1) y en aquel momento, CEO de Zeppelin. “Durante un viaje a Holanda en 1999, John de Mol me presentó la idea. Me pareció intrigante y algo me impulsó a opcionar el formato. Poco después se empezó a emitir en Holanda, en una cadena pequeña llamada Veronica. Era un programa semanal que, aunque pasó del 5 al 15 por ciento de audiencia, no cambió el panorama televisivo holandés”.

Velasco le presentó el formato en primera instancia al entonces director general de Telecinco, Mikel Lejarza, quien se embarcó en un viaje a Ámsterdam junto a Vasile, Massimo Porta (exdirector de producción de la privada) y el propio Velasco para visitar el set de la casa. Lejarza recuerda que la primera impresión no fue muy halagüeña: “Era de noche, los participantes dormían y no ocurría nada. Pero cuando fuimos a cenar, pregunté a los camareros si conocían el programa y se volvieron locos diciendo que no habían visto nunca algo así. En ese momento empecé a pensar que allí había algo nuevo y diferente”.
Una opinión similar a la que expresa Pilar Blasco, hoy consejera delegada de Banijay Iberia, que ejerció como productora ejecutiva y directora de contenidos en el lanzamiento de ‘Gran Hermano 1’. Tras visionar la cinta de ese nuevo programa que le mostró su jefe José Velasco, Blasco asegura que “aquello era algo que no habíamos visto nunca, resultaba extraño y adictivo al mismo tiempo”.
Recuperando la célebre cita de Mercedes Milá, la presentadora estrella que puso rostro y voz a ese “experimento sociológico”, Velasco destaca que la motivación para embarcarse en ese viaje hacia lo desconocido radicó en la certeza de que “no hay nada más humano que la convivencia, y ‘Gran Hermano’ permitía que la sociedad se observara a sí misma y comprendiera mecanismos tan básicos como el amor, el poder del grupo, la pérdida o la amistad.”

Un desafío técnico sin precedentes
Superadas las primeras reticencias, España se convertiría en el segundo país del mundo en adaptar ‘Big Brother’ después de Alemania, para lo que productora y cadena se embarcaron en una carrera contrarreloj: “Lo debíamos tener listo para estrenar en tres meses; nadie creyó que lo conseguiríamos, pero recuerdo el trabajo sin descanso de todo el equipo y la emoción de estar construyendo algo nunca hecho antes y para lo que había que ir creando soluciones sobre la marcha, sobre todo en el campo técnico”, relata Blasco.
Dentro del equipo de 130 trabajadores organizados en turnos para cubrir las 24 horas de convivencia en la casa, el departamento de redacción debía catalogar, visionar, minutar y cortar una ingente cantidad de contenido proveniente de las 29 cámaras que grababan a los diez concursantes 24/7. En ese sentido, Velasco ensalza la “proeza tecnológica de José Mínguez, Juan Luis Romero y Espada, que crearon el primer sistema digital de producción de programas en Europa en tiempo récord, adoptado después en otros países”.
Para Juanma Ibáñez, responsable de realización de Telecinco desde hace 35 años y realizador de ‘Gran Hermano 1’, otro de los escollos técnicos fue la separación de varias decenas de kilómetros entre la casa y los estudios de Fuencarral: “Nos obligó a tener un control exhaustivo sobre la escaleta y la puesta en escena en ambas localizaciones. La fluidez en la intercomunicación en su aspecto técnico y de contenido fue fundamental”.

A pesar de ello, Ibáñez reconoce con honestidad que hubo un problema técnico al que no pudieron encontrar solución: el retardo de las comunicaciones entre Milá y los habitantes, provocado por que la señal de video y audio en su envío y retorno entre ambos puntos se llevó mediante enlaces terrestres. Para disimularlo, decidieron junto a los guionistas trocear las intervenciones de Milá con intermedios de silencio. “Era habitual empezar con un saludo en dos partes, con un silencio en medio para obtener una respuesta de los concursantes que cabalgara sobre el resto del discurso de la presentadora, y transmitir al espectador una sensación de inmediatez que en realidad no existía”.
…a convertirse en la joya de la corona
Según datos facilitados por Mediaset España, las 16 emisiones de ‘Gran Hermano 1’ lograron amasar una media de 7.733.000 espectadores y un 51,2 por ciento de share. La gala final de aquella primera temporada, emitida el viernes 21 de julio, sigue ostentando el récord histórico de cuota de pantalla alcanzado por un programa de televisión en España (sin contabilizar eventos deportivos, musicales y debates electorales) tras lograr un 70,8 por ciento de share y 9.105.000 de espectadores.
Para Velasco, el verdadero impacto de ‘Gran Hermano’ en España no se limitó sólo al formato en sí, sino al nuevo “modelo de explotación y producción que revolucionó el negocio en nuestro país”: Fue pionero en la emisión 24 horas a través de las ya extintas Quiero TV y Vía Digital, generó consumos inéditos para aquellas primeras plataformas, multiplicó el volumen de negocio de las telecos y volvió a sentar a toda la familia frente al televisor.
Lejarza ratifica todo lo anterior al explicar que Telecinco consiguió “convertir los resúmenes diarios de ‘Gran Hermano’ en una forma de transformar toda la cadena en un único programa”, dando origen al nuevo paradigma de programación que sigue utilizando Mediaset España hoy en día: salpicar su parrilla de manera transversal con contenidos y referencias al reality de turno para retroalimentar su marca e impactar a los diferentes públicos que contactan con su señal a lo largo del día, canalizando audiencia hacia el prime time y fidelizando espectadores.
‘Gran Hermano’ demostró ser además una piedra filosofal para la venta de publicidad televisiva, porque convertía en oro todo lo que tocaba. “Creamos un modelo de negocio que generaba ingresos 360º y conectaba emocionalmente con la audiencia, de modo que las marcas no sólo querían anunciarse en el programa, querían formar parte de él”, explica Gloria Piñeiro, directora comercial de Telecinco en aquel año 2000.

Contraviniendo todas las reglas no escritas del merchandising y el desarrollo de productos de consumo, ‘Gran Hermano’ se convirtió en pocos meses en un “tsunami comercial” capaz de generar ingresos por vías que nunca antes se habían contemplado en televisión. “Vendimos CDs de las canciones del programa con los que conseguimos varios Discos de Oro; sacamos vídeos, juegos de mesa, puzles, un libro, videojuegos para ordenador, la revista oficial del programa, ¡y hasta edredones!”.
Piñeiro también destaca la importancia del formato como precursor de la interactividad con la audiencia (el famoso engagement tan recurrente en esta era de redes sociales), dado que el público, lejos de ser un observador pasivo, decidía a quién salvar o expulsar de la casa. “Esa participación directa fue una auténtica locura: las votaciones se hicieron a través de las líneas telefónicas 905 y 906 (ya que los SMS premium llegarían un par de años después) y se recibieron más de 20 millones de llamadas”.
La vida después del fenómeno
Como ya se sabe, los éxitos (y los fracasos) televisivos son responsabilidad de un equipo. De ahí que los entrevistados insistan en mencionar el trabajo titánico realizado por el grupo de profesionales que llevó el barco a buen puerto: “desde Mercedes Milá, a los jefes de departamento como Ibon Celaya, Juan Luis Romero, Pedro Rodríguez, Jaime Guerra, Floren Abad, Vicente Torres y Roberto Ontiveros, así como a un increíble equipo de redacción, producción, realización…”, enumera la actual máxima responsable de Banijay Iberia.
Las derivaciones profesionales para la gran mayoría de ellos se resumen en esta sentencia de Velasco: “producir el formato de mayor éxito de la historia reciente inevitablemente te pone en el foco”. En su caso personal, el impacto de ‘Gran Hermano’ convirtió a Zeppelin (y a su entonces propietaria Endemol) en la productora más valorada del mercado, y “pude contribuir directamente a que Telefónica comprara la compañía, haciendo de ella la empresa española con mayor impacto internacional”.
Al día siguiente de emitirse la gala final de aquella primera temporada, que obtuvo el ya mencionado récord del 70,8 por ciento de share, Mikel Lejarza tomó una decisión sorprendente y comunicó “a mi superior y amigo Paolo Vasile que dejaba la compañía. Sabía que ya nunca haríamos algo más exitoso y que el futuro pasaba por repetir la fórmula hasta el agotamiento”.
Al duro trabajo que supusieron para el equipo aquellos tres meses en antena, se le sumaron también continuas presiones, ataques y fake news. “Pero la audiencia siempre reconoció la dedicación y profesionalidad de uno de los equipos más numerosos de la televisión”, argumenta Pilar Blasco, asegurando al mismo tiempo que ‘Gran Hermano’ le enseñó “casi todo lo que sé de televisión: son tantos programas en uno, te enfrentas a tantas situaciones inesperadas, que después de hacerlo ya no tienes miedo a nada profesionalmente hablando”.

Una idea en la que redunda Piñeiro, que lo define como “un máster intensivo en innovación, velocidad y creatividad comercial al ver cómo se construye un fenómeno desde cero y constatar que cuando algo conecta de verdad con la audiencia, no hay límites”.
Mirando al futuro: el próximo killer format
El realizador Juanma Ibáñez afirma que la clave en el éxito de aquel primer ‘Gran Hermano’ se debió a un factor irrepetible: “la inocencia, tanto de los participantes como de la audiencia, con la que nos enfrentamos a este nuevo concepto de la televisión”. Siendo conscientes de que la mayoría coinciden con Ibáñez al opinar que el programa “dejó el listón muy alto y resultará complicado repetir su éxito”, hemos querido preguntar a nuestros protagonistas si, a pesar de cómo ha cambiado la televisión y su consumo en estos últimos 25 años, creen que volveremos a ser testigos de un nuevo killer format de éxito global y qué ingredientes deberá tener para superar (o al menos equipararse) al prodigio ‘Big Brother’.
Si bien es cierto que la gallina de los huevos de oro se ha combinado con otros subgéneros para continuar generando más productos de éxito (el giro musical de ‘Operación Triunfo’ o la supervivencia en ‘Survivors’), para Blasco “no existe ningún otro formato que haya creado un nuevo género como ‘Gran Hermano’ creó la vida en directo”. Velasco va incluso más allá asegurando que cualquier contendiente que aspire a igualar el impacto obtenido por la «madre» de la telerrealidad tiene que conseguir “cambiar las reglas del juego” tal como hizo ‘Gran Hermano’ con los “pilares del modelo televisivo: cómo se consume, cómo se financia, cómo genera conversación social y cómo crea nuevos personajes que interesan al público”.
Lejarza tiene claros los requisitos que debe reunir ese futuro heredero: “Sorprender, innovar, adaptarse a las nuevas tecnologías y a los usos y costumbres de la comunicación actual”. Blasco admite no tenerlo tan claro, pero sí enfatiza la importancia del momento en el que surgió la chispa: “La gente anónima empezaba a participar de la creación de contenido en internet, y ‘Gran Hermano’ tuvo la visión de convertir lo cotidiano en relevante, siendo el precursor de lo que vivimos ahora con las redes sociales”.
Más allá de los elementos televisivos clásicos, como una premisa original, capacidad de conectar con la audiencia, espectacularidad visual, atractivo narrativo… la tesis de Velasco sigue la línea que apunta su excompañera de batallas en cuanto al momentum y la suerte: “Nuestro único mérito fue saber ver la ola perfecta y tener el valor de surfear un tsunami. Podíamos haber naufragado, pero llegamos a la playa encima de la tabla”.



