Según CIMA, las películas dirigidas por mujeres cuentan con un 24 por ciento menos de recursos

La Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) ha presentado en la Academia de cine, el lunes 6 de octubre, Día del Cine Español, la décima edición de su informe anual, sobre la situación de las mujeres en el cine español.

Financiado por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) y elaborado por la socióloga Sara Cuenca, el informe incorpora por primera vez un análisis específico sobre la empleabilidad y la representación de las actrices en pantalla.

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En los últimos diez años, la presencia de mujeres en el sector del largometraje ha pasado del 26 por ciento (2015) al 38 por ciento (2024), con una aceleración en el último lustro que permitiría alcanzar un mínimo equitativo (40%) en 2026.

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Sin embargo, las brechas persisten: los cargos feminizados como vestuario o peluquería apenas cambian, mientras que áreas históricamente masculinizadas como Producción (24%), Dirección de Fotografía (21%), Composición Musical (26%) y Sonido (26%), siguen muy lejos de parámetros equitativos.

El análisis económico confirma una brecha estructural: las películas dirigidas por mujeres cuentan con un 24 por ciento menos de recursos, lo que supone más de medio millón de euros de diferencia por título. Las ayudas selectivas agravan esta desigualdad (−30%), mientras que en las generales la diferencia se reduce.

En cuanto al papel de los agentes, en 2024 el 36 por ciento de los largometrajes comprados o coproducidos por RTVE, Atresmedia Cine y Telecinco Cinema fueron dirigidos por mujeres. RTVE un 38 por ciento de mujeres, Telecinco un 33 por ciento y Atresmedia un 31 por ciento.

Entre las plataformas que producen cine español, la que más apuesta por las películas dirigidas por mujeres es Movistar Plus+ (34%), seguida de Netflix (22%) y Amazon Prime (13%); Filmin (0%).

Diversidad, discapacidad y edadismo

El análisis delante de las pantallas de las obras de ficción estrenadas en 2024 muestra, también, un suspenso en diversidad: El cien por cien de los papeles protagonistas están interpretados por personas con identidades cisgénero, mientras que las identidades de género no hegemónicas apenas alcanzan el 0,6 por ciento y únicamente en papeles secundarios. Intérpretes con cuerpos no normativos representan el seis por ciento y además la no normatividad se feminiza, el 62,16 por ciento de los cuerpos considerados no normativos en pantalla corresponden a mujeres cis.

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Por otro lado, la discapacidad es casi invisible, intérpretes con discapacidad solo representan un 0,65 por ciento mientras que los personajes con discapacidad ascienden a un escaso 4,88 por ciento. En el caso de las personas racializadas, son intérpretes y personajes blancos quienes concentran la representación, dejando a las personas racializadas en una presencia testimonial: el 4,55 por ciento de intérpretes y el 3,90 por ciento de personajes.

A ello se suma el edadismo de género: las mujeres cis concentran el protagonismo entre los 26 y los 45 años, mientras que los hombres cis ocupan la centralidad de la trama a partir de los 46 años (70,27% de 46-50 años, 61,29% de los 51-55 años).

La baja presencia de diversidad en los equipos de dirección y guion se refleja directamente en las ficciones: la hegemonía de género, étnico-racial y normativa tras las cámaras se traduce en un mismo patrón en pantalla, donde los colectivos no hegemónicos aparecen de forma marginal, con escasa empleabilidad y representaciones limitadas.

Los resultados obtenidos en este informe recomiendan medidas de casting inclusivo y criterios que impulsen:

  • El acceso de identidades no cis, racializadas, con discapacidad y corporalidades no normativas a roles protagonistas.
  • Narrativas donde estas identidades se representen más allá del conflicto.
  • Seguimiento interseccional basado en indicadores públicos que permitan reducir las brechas de empleabilidad y representación.
  • A partir de estos resultados, el informe identifica tres grandes retos:
  • Consolidar y acelerar la feminización en los puestos de liderazgo.
  • Corregir la desigualdad económica, que condiciona la competitividad de las mujeres cineastas.
  • Garantizar una mayor diversidad interseccional, rompiendo la homogeneidad cis, blanca y normativa que sigue dominando el cine español.

«Los datos del décimo Informe Anual de CIMA confirman que, aunque se han producido avances, persisten brechas estructurales que impiden alcanzar la plena igualdad. Para consolidar los progresos y acelerar la transformación del sector, resulta esencial reforzar las políticas públicas y sectoriales, garantizar la diversidad en los equipos creativos y exigir un compromiso real de televisiones, plataformas y administraciones con la construcción de un cine más justo, inclusivo y representativo de la sociedad», señalan desde la asociación.

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