‘Salitre’, el primer largometraje de la directora bilbaína Norma Vila, ha concluido su rodaje, desarrollado en localizaciones de Bilbao, Arrigorriaga, Munguía, Bermeo, Mundaka e Isla.
El filme está producido por Ipuin Kontalaria AIE, en coproducción con Euskadi Movie, Pris & Batty Films, Bondi Stories y Festival Films, cuenta con la participación de EITB y RTVE y la financiación de los incentivos fiscales del Territorio de Bizkaia.

Los productores ejecutivos son Eduardo Carneros, David Naranjo, Gonzalo Gilsanz, Mamen Tortosa, Andrés Salmoyraghi y Ricardo Uhagon. El director de fotografía es Kiko de la Ric (‘Mediterráneo, ‘Blancanieves’), la directora de arte Idoia Esteban (‘Daniela Forever, ‘Maridos’) e Iñaki Madariaga (‘El hoyo’) se encarga de los Efectos Especiales. Por su parte, la banda sonora llevará la firma de Aranzazu Calleja (‘Akelarre’).
«El rodaje de Salitre ha sido un proceso exigente y lleno de retos, afrontado con un compromiso y una profesionalidad excepcionales por parte de todo el equipo artístico y técnico, incluso en las circunstancias más complejas. Ahora comienza la etapa de montaje con la convicción de que el resultado será una película sólida y honesta, sostenida en gran medida por una interpretación que se ha convertido en uno de sus pilares fundamentales, sin desmerecer la increíble puesta en escena», explica el productor ejecutivo, Eduardo Carneros.
Norma Vila, directora y guionista de cortometrajes como ‘Jules D.’ y ‘El fin de todas las cosas’, debuta en el largometraje con un thriller psicológico sobre el síndrome del nido vacío, cuya ideal original es de la guionista Candela Echenique. ‘Salitre’ está protagonizado por Nagore Aranburu y Haizea Carneros.

“El miedo más latente en Salitre: el temor de Maite a perder a su hija y a perderse a sí misma”. Su apuesta consiste en un viaje psicológico que combina drama, terror y body horror para narrar, sin juicios morales y desde una perspectiva femenina, una historia sobre la maternidad real, frágil y compleja», apunta la directora.
Sinopsis
Maite (Nagore Aranburu) vive entregada a dos pilares que dan sentido a su existencia: su hija Nerea (Haizea Carneros) y su negocio de mariscos, un vivero natural excavado al borde del acantilado sobre el que se erige la casa donde ambas residen. Su rutina, austera y metódica, se tambalea cuando Nerea anuncia su intención de mudarse a Barcelona para estudiar arte. Lo que para Nerea supone un paso hacia su independencia, para Maite se convierte en una amenaza.



