‘Cuando un río se convierte en mar’, la nueva película de Pere Vilà Barceló, tres horas de verdad y silencios necesarios

‘Cuando un río se convierte en mar’, la nueva película del director Pere Vilà Barceló, ha tenido su estreno en España dentro de la Sección Oficial de la 70ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). El director catalán regresa a Valladolid por tercera vez tras haber presentado en el festival sus anteriores trabajos, ‘La lapidation de Saint Étienne’ (2012) y ‘La arteria invisible’ (2015).

La película es el resultado de un proceso creativo de casi ocho años, construido a partir de conversaciones con muchas mujeres víctimas de violencia de género cuyas experiencias, reflexiones y emociones han dado forma al relato cinematográfico.

Pere Vilà Barceló (director), Claud Hernández, Laia Marull, Álex Brendemhül (reparto), Laura Merino (guion). PHOTOGENIC.

El cineasta ha señalado, en la presentación de la película, que ésta nace de la escucha y no de la ficción tradicional: “no me imagino escribiendo un guion clásico sin tratar directamente con las mujeres que han vivido esto; el contacto humano es imprescindible. En cada plano hay fragmentos de sus emociones, de sus palabras, de su confianza depositada en mí”.

Uno de los temas más recurrentes en la presentación ha sido la duración del filme, que ronda las tres horas, pero el director ha defendido esta decisión como un compromiso ético y emocional. “El tiempo no puede ser un condicionante comercial. No puedo comprimir años de conversaciones de cinco o seis horas en una película de hora y media, si lo hiciera, sería una falta de respeto hacia ellas” y para Vilà Barceló, el tiempo es parte del discurso y de la forma de respeto: “muchas secuencias duran el doble de lo habitual porque quiero dar espacio a los actores para habitar las emociones, no hay prisa, las emociones no se pueden fingir, hay que vivirlas”.

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Añadió que su percepción del tiempo cambió durante el proceso. “Vivimos siempre contra el reloj, pero esas mujeres no tenían prisa, se tomaban su tiempo y yo también tuve que aprender a hacerlo”. Aunque reconoce que puede suponer un reto a nivel comercial, ha insistido que “prefiero que la película sea lo que debe ser, aunque dure tres, cinco o seis horas”.

El actor Àlex Brendemühl, premiado por este papel en el Festival de Karlovy Vary, destacó la libertad y profundidad del trabajo con el director y ha dicho que “con Pere es mi tercera colaboración; te sitúa con pocas palabras, pero con una precisión abrumadora. La cámara está a favor de la actuación, nos permite improvisar, habitar el silencio, explorar sin miedo”. Su personaje fue concebido como una figura de acompañamiento, sin marcarlo desde un género específico porque para el cineasta poco importaba si era padre o madre, se trataba de alguien que acompaña en el duelo, sin necesidad de explicar ni justificar”.

La actriz Laia Marull subrayó la naturaleza orgánica del rodaje: “Pere investiga dentro de la propia película. No hay un plan rígido. Me llamó cuando ya llevaba dos o tres años rodando y me enseñó casi una hora de material que finalmente no está en el montaje final. La película se iba construyendo conforme avanzaba la vida del proyecto”, ha compartido.

‘Cuando un río se convierte en mar’

Por su parte, Claud Hernández, que ha trabajado durante cinco años en el filme, confesó que este proceso ha sido transformador: “Hablé con muchas mujeres que habían sobrevivido a violencia de género y abusos. Sentí miedo de no estar a la altura. Este proyecto me cambió como actriz y como persona”. Brendemühl añadió que su trabajo consistió en acompañarla: “Claud ya estaba habitando esta realidad cuando yo llegué. Mi papel fue estar a su lado, no invadir”.

Vilà también destacó que todas las localizaciones fueron elegidas personalmente: “Ningún lugar está ahí por azar. El espacio debe permitir que el plano respire y que los actores se muevan emocionalmente dentro de él”, ha anotado y con esta propuesta, ‘Cuando un río se convierte en mar’ se presenta como una obra íntima, arriesgada y profundamente humana, donde el tiempo, la escucha y la verdad emocional se convierten en el eje de su lenguaje cinematográfico.

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