Editorial: Los irreductibles galos, por Emilio Amaré de Plano a Plano

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Por Emilio Amaré, director general de Plano a Plano.

Potenciar la IP de los contenidos audiovisuales es, sin duda y sin margen de discusión, la garantía de supervivencia y evolución de un sector que se ha convertido en uno de los motores económicos del país. Todos estamos de acuerdo, ¿verdad?

Emilio AmaréActualmente tenemos empresas que han hecho de la IP uno de sus principales negocios (Atresmedia Studios, Mediterráneo, Movistar) y los productores tradicionales seguimos reivindicando nuestro reconocimiento en lo que a propiedad intelectual se refiere. ¿Dónde se encuentra el dilema para que algo en lo que a priori todos los actores del sector coinciden suponga actualmente uno de los principales frentes a abordar en el mercado?
Sin duda, la definición de productor independiente de la Ley General de Comunicación Audiovisual está en el centro del huracán. “El productor es la persona física o jurídica que asume la iniciativa, la coordinación y el riesgo económico de la producción de contenidos audiovisuales (…) por iniciativa propia o por encargo”. Así, nuestros clientes, ya sean cadenas o plataformas, se agarran a su potestad como productores y, por tanto, propietarios de la IP en lo que a la tercera pata de la definición se refiere: riesgo económico, relegándonos a una figura no ajustada a la realidad que es la de meros prestadores de servicios. Sin embargo, estamos en disposición de aseverar que, pese a que la naturaleza de una obra sea encargo de producción, el cliente rara vez asume el riesgo económico en su totalidad, por lo que se están apropiando de unos derechos sobre una premisa irreal, ficticia. Somos las productoras las que asumimos la iniciativa: presentamos y creamos los proyectos, coordinamos todas sus fases, y asumimos todos los riesgos en cuanto a contrataciones se refiere, desde la parte artística a la técnica, los proveedores de servicios y los platós. Tejemos y sostenemos a esta industria creando miles de puestos de trabajo.

Para más escarnio, desde Plano a Plano nos encontramos en una posición inédita en el panorama de la producción de ficción de televisión. Si nos atenemos a lo que dicta la Ley, formar parte de un grupo externo o de sociedades es contraindicación en dicha independencia. Actualmente, Plano a Plano es la única de las grandes productoras de ficción para televisión que no pertenece ni está participada por ningún grupo externo. De capital cien por cien español y con un accionariado totalmente independiente, somos la excepción en un panorama en el que los grandes grupos internacionales tienen copadas las productoras españolas. Somos los irreductibles galos.

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Mientras que el sector espera con impaciencia la futura Ley de Comunicación Audiovisual (transposición al ordenamiento jurídico de nuestro país de la Directiva UE 2018/1808 del Parlamento Europeo), desde nuestra aldea gala nos sentimos escépticos. No creemos que el panorama vaya a cambiar demasiado para productores como nosotros, pero no por ello cejamos de nuestra responsabilidad y nuestra lucha por un nuevo horizonte. Quizá más cercano al modelo francés, mixto y con derechos irrenunciables y, sin duda, contando con el respaldo político real que refuerce la figura del productor y que garantice la financiación de obra europea para todos los que ejercen como prestadores de servicios audiovisuales.

Nos queda la coproducción, plantearnos ventanas de adquisición de derechos de emisión sin renunciar a la propiedad intelectual y lanzarnos a la producción por iniciativa propia, en solitario. En definitiva, seguir luchando. Somos galos.

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