El audiovisual español tampoco se libra

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Por Irene Jiménez, responsable de la sección de TV de Audiovisual451.

Hace unos días, entre el terror y el asco, terminé de ver ‘Nevenka’, la miniserie documental de Netflix sobre el caso de Nevenka Fernández. La concejala del Ayuntamiento de Ponferrada denunció el acoso que sufría por parte del alcalde, Ismael Álvarez, en el año 2001.

El año 2001… las antípodas de lo que conocemos ahora, cuando tenemos movimientos como #MeToo y múltiples programas, políticas y plataformas en defensa de la mujer… Es inevitable sentir un escalofrío contínuo mientras digieres los 120 minutos de ‘Nevenka’, una producción de Newtral para Netflix que apenas ha tenido promoción y cuyo ruido social ha durado lo justo. Como suele suceder hoy en día en este panorama de estrenos constantes y de reflexiones aceleradas…

Los ojos de Nevenka se me clavaron especialmente en la parte final, cuando, a pesar del enorme precio que ha tenido que pagar toda su vida por hablar, dice con total firmeza que hay que contarlo, que no hay que callar. Pues bien… he de confesar que en una noche del último MIPCOM presencial en Cannes tuve un encuentro con un profesional del audiovisual español que me dejó perturbada.

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Lejísimos de la experiencia de Nevenka, mi caso se quedó en algo anecdótico que no ha ido a más, en palabras totalmente fuera de lugar que me hicieron sentir incómoda y que, lamentablemente, me hacen seguir perdiendo la fe en el ser humano. Después he sabido que le gustan más jóvenes, y es que a mi, señores, este año ya me caen 40 palos, lo mismo mi edad le ahuyentó…

Había mucho comentario alrededor de este individuo y yo no le conocía. Por suerte, o por desgracia, coincidimos en el Palais des Festivals y decidí presentarme, simplemente por interés profesional. PRO-FE-SIO-NAL. No sé si es que tendría que haberme puesto un cartel que lo anunciara… El caso es que quedamos esa misma noche en Cannes y me recibió con: «Vamos a cualquier bar, porque el objetivo de la noche es emborracharte para seducirte, así que nos vale cualquier bar». Yo no sabía si hablaba en serio, pero me puse en alerta.

Durante hora y media sólo habló de sí mismo, introduciendo en su monólogo comentarios sobre mi aspecto, deslizando una mano por mi brazo de vez en cuando… y luego se empeñó en acompañarme hasta el hotel. Yo pensé para mis adentros: «Vete calculando cómo puedes darle una patada en los huevos si es necesario.»

Nevenka NetflixY nos despedimos con una última frase que salió de su boca: «Una pena que no haya pasado nada entre nosotros esta noche porque eres una monada de niña.» Flipante. Subí a la habitación y llamé a un amigo que estaba en España para contarle el episodio. El razonamiento estúpido que hice fue el siguiente: «Como este chico llegue a la oficina la próxima semana y se le ocurra contárselo a X [compañero suyo de trabajo que me conoce], me voy a morir de la vergüenza, ¿qué va a pensar X de mi?.» Eso era lo que me preocupaba… así es como me sentía… ¡Avergonzada! ¿Cómo era posible? ¡Si yo no había hecho nada malo! ¿No? ¿Quién no ha quedado una noche durante un mercado con la única intención de charlar sobre el sector? ¡Estábamos en un entorno profesional! Un entorno profesional que fue vulnerado sin comerlo ni beberlo.

Al compartir este capítulo con algunas amigas que trabajan en el sector audiovisual, en diferentes tipos de empresas, he ido descubriendo que muchas o casi todas han vivido situaciones repugnantes, en muchas ocasiones con sus jefes o con clientes, dentro de un coche, en un viaje o cena de trabajo… Así que, por desgracia, el audiovisual no se libra de comportamientos abusivos, misóginos, anacrónicos, inaceptables… siendo un sector con un gran poder de influencia en la sociedad.

Siento tremendamente no tener el valor de decir el nombre y apellido de este individuo tan poco elegante que aquella noche me hizo sentir tan incómoda en Cannes. Espero que Nevenka me perdone, y también espero que se vayan corrigiendo estas conductas, sobre todo en las compañías que presumen de apostar por contenidos que empoderan a la mujer y que tienen al frente a ejecutivos indeseables. Pero bueno… todos sabemos lo difícil que es cambiar ciertas inercias en esta industria.

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