En estos tiempos en los que los políticos de todo el mundo se comportan como macarras y verduleros, la industria audiovisual ha optado por la corrección. Como sucede desde hace décadas, las empresas aprovechan los mercados para anunciar acuerdos o movimientos estratégicos. Sin embargo, cada vez es más difícil extraer algo noticiable, más allá de un titular, de los paneles y keynotes que se celebran a lo largo del año.
Comentar la línea editorial, anunciar estrenos, decir con qué talentos hay un acuerdo preferencial firmado o quién acaba de incorporarse a la plantilla parecen secretos de estado. Tanto los medios como los encargados de organizar eventos sufrimos desde hace tiempo una etapa oscura, informativamente hablando.
El acceso a los ejecutivos también es algo que ha empeorado en los últimos años. Pedimos una entrevista y la respuesta es que «desde Los Ángeles nos dicen que no es el momento.» Es habitual que pidan un cuestionario por adelantado y, si acceden a participar, en más de una ocasión las respuestas llegan por escrito, sin que hayamos podido tener una mínima interacción con el ejecutivo de turno. Recibimos una nota de prensa y si la publicamos bajo nuestra propia elaboración, podemos llegar a recibir una llamada incómoda… Todo por el control. Vivimos una era en que hasta el más pintado quiere controlar lo que se publica de sí mismo. Malos tiempos para el periodismo.
Somos plenamente conscientes de que la incertidumbre constante que se ha instalado en la industria motiva este tipo de comportamientos, pero no podemos resignarnos y quedarnos de brazos cruzados. Para este especial de series de ficción hemos recibido más de una negativa a participar, pero también son muchas las voces que, además, con entusiasmo, han aceptado nuestra invitación para, por ejemplo, reflexionar sobre qué es el riesgo hoy en día. También para desgranar sus modelos de negocio o sus procesos creativos. Desde aquí, os aseguramos, mientras se sigan estrenando series no vamos a parar.