Festival de Santander 2025: Hacer cine en España no debería ser un acto de fe, sino una profesión digna

Por Adela Mac Swiney.

Profesionales de la industria audiovisual han considerado que hacer cine en España no debería ser un acto de fe, sino una profesión digna y aseguraron que aunque la pasión y el compromiso sostienen muchas producciones, no puede normalizarse que el amor al cine sustituya a la financiación adecuada y al respeto de los derechos laborales. La novena edición del Festival de Cine de Santander (FCS) acogió la mesa de debate ‘Precariedad en el emprendimiento y la creación joven audiovisual’ dentro de las actividades de industria.

En la mesa, patrocinada por Derechos de Autor de Medios Audiovisuales (DAMA) y organizada conjuntamente por el certamen y Audiovisual451, han participado la cineasta Eva Libertad (‘Sorda’); el director y actor Gerard Oms (‘Muy lejos’); la productora Nahikari Ipiña (‘Daniela Forever’, ‘Los aitas’); y la productora, directora y guionista Leire Apellaniz (‘Espíritu sagrado’, ‘Ventajas de viajar en tren’), quienes han reflexionado sobre los desafíos estructurales que enfrenta el cine independiente en España.

Santander 2025 precariedad

Los ponentes coincidieron en que la precariedad es una constante para el cine en España, especialmente el de autor. Al respecto, Gerard Oms ha afirmado que “la precariedad acompaña al cine autoral en España, va de la mano” y puso como muestra su película ‘Muy lejos’, que se rodó en solo 22 jornadas con un presupuesto oficial de 1,5 millones de euros, aunque en la práctica operó entre 700.000 y 800.000 euros, al haberse filmado en Países Bajos, donde los costes se duplican o triplican. “Esto te obliga a adaptar el rodaje y a sintentizar la historia; tuve que recortar 30 páginas de un guion que me llevó cinco años escribir”, explicó.

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No obstante, ha agregado que “una manera de combatir esta precariedad también es rodearse de gente que te quiere, que quiere a lo mejor para el proyecto y que te va a decir la verdad; entonces, cuando tu productor te pone en una línea roja de tener que recortar 30 páginas de guion como me pasó con ‘Muy lejos’ yo no lo pongo en duda porque ya sabía que lo estaba haciendo desde la honestidad y pensando en lo mejor para la película”.

Eva Libertad compartió su experiencia con ‘Sorda’, que tuvo 26 días de rodaje y enfrentó retos como trabajar con bebés, animales y actores no profesionales y contrastó esta experiencia con sus primeros cortos en Murcia, realizados sin ayudas públicas y con equipos mínimos: “Al principio, la precariedad nos daba una cierta libertad, rodábamos con tres personas y cero presupuesto, pero con la película fue diferente: cuando algo no salía como queríamos, mover cuatro camiones para repetir una escena era imposible”.

Apellaniz complementó esta idea al apuntar que la verdadera libertad consiste en poder hacer la película como debe hacerse y pagar justamente a todo el equipo: “Hacer cine con poco no te da libertad, te obliga a pedir favores y a trabajar con condiciones que no son dignas”, resaltó y añadió que “hay que entender que el cine constituye procesos extremadamente largos donde, por ejemplo, las productoras o los directores están años involucrados y creo que ni en los casos en los que las películas están bien financiadas se les está pagando acorde a la energía y al tiempo dedicado, por lo tanto, desde ese momento entramos en un tramo de precariedad”.

En la precariedad se vive una financiación insuficiente y desgaste profesional

Las productoras coincidieron en que incluso con presupuestos de entre 1,5 y 2,4 millones de euros, las películas se realizan “con el agua al cuello”. Apellaniz puso como ejemplo ‘Balearic’, de Ion de Sosa, presentada en la Sección Oficial de Sitges para manifestar que “solo tuvimos 17 días de rodaje y 10 horas de material en fílmico para sacar una película de 74 minutos; es un nivel de presión que no quiero volver a vivir”, mientras que Nahikari Ipiña recordó la etapa del “cine low cost” tras la crisis de 2008-2011, cuando muchos proyectos se sacaban adelante sin pagar a los equipos y aseveró que “nosotros decidimos no pagar nunca por debajo de convenio, pero eso significaba planificar muchísimo y concentrar rodajes en 15 días para que el presupuesto alcanzara”.

Apellaniz destacó el papel clave de EITB como motor de la industria vasca y lamentó la falta de respaldo en otros territorios y Eva Libertad relató cómo en Murcia, cuando comenzó su carrera, no existían ayudas ni estructuras, lo que la llevó a asociarse con otros cineastas y productoras para generar un diálogo con la administración: “Por fin empieza a haber ayudas, pero aún pesa el prejuicio de que hacemos cine ‘por amor al arte’ y una crítica constante al hecho de que pedimos subvenciones públicas”.

Todos coincidieron en que para que surjan películas diversas y arriesgadas, como ‘Sorda’ o ‘Muy lejos’ es necesario fortalecer estos ecosistemas locales y garantizar un mínimo de estabilidad, así como en el hecho de que la precariedad retrasa el debut de los cineastas. “Cada vez las óperas primas las hacen profesionales de más de 40 años y si eres mujer, o vienes de la clase trabajadora o inmigrante, el proceso es aún más largo y silencioso”, opinaron y Eva Libertad respaldó esa observación compartiendo que llegó a dirigir su primer largometraje con una sensación de “agradecimiento excesivo”, cuando en realidad lo hizo después de años de esfuerzo invisible.

Asimismo, han subrayado que “si logramos equilibrar creatividad y recursos, podremos brillar como otros cines europeos; no se trata solo de sobrevivir, sino de construir una industria justa y sostenible”.

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