Fuell: la nueva era de la gestión de los gastos es digital

Pagar un taxi. Comprar unos cafés. Invitar a comer a un cliente. ¿Quién no ha realizado estas gestiones por motivos de trabajo y ha tenido que multiplicar sus esfuerzos para recopilar, llevarlos al departamento de contabilidad y esperar después su reembolso? Precisamente eso es lo que pensó Eduardo Ortiz de Lanzagorta, CEO y fundador de Fuell, el software con tarjetas corporativas que viene a revolucionar la gestión de gastos en las empresas y que ya tiene una amplia penetración en el sector audiovisual.

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“La verdad es que una productora se registró por iniciativa propia y a partir de ahí el boca a oreja ha funcionado muy bien. A día de hoy, compañías como Filmax, El Desorden, Orca Studios, Plano a Plano y Morena Films ya están utilizando Fuell y nos comentan que están muy satisfechas”, comenta Ortiz de Lanzagorta a Audiovisual451.

El joven emprendedor canario afincado en Madrid asegura que el perfil de las productoras es el idóneo para que la gestión de gastos se convierta en un problema. “La alta rotación de personal debido a los rodajes y diferentes proyectos que se abordan hace muy complicado controlar presupuestos y, sobre todo, justificar cada gasto, lo cual repercute negativamente a la hora de presentar el IVA o recopilar documentos de cara a una subvención. Con Fuell ofrecemos una solución que digitaliza la gestión de los gastos, lo cual ahorra tiempo y dinero”, indica Ortiz de Lanzagorta. El software permite a su vez un control del presupuesto en tiempo real, “y todo a través de una interfaz muy intuitiva y fácil de usar.” Algo que corrobora uno de sus usuarios: Morena Films. La productora, que estrenará la esperada película ‘Cerdita’ este otoño, ha intensificado su volumen de trabajo al entrar en el mundo de las series y ya ha utilizado Fuell en cuatro proyectos. “Estábamos buscando una solución para la gestión de los gastos y abrimos una cuenta en Fuell hace un año. La verdad es que el equipo se adaptó rápido a la app porque es bastante fácil de usar e intuitiva, las tarjetas físicas llegaron relativamente rápido y las virtuales estuvieron disponibles desde el principio”, comenta Antonio Aragón, director financiero de Morena Films.

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Pero, ¿cómo funciona? Tras darse de alta a través de la web de Fuell y tener una breve demo con su equipo, la empresa podrá empezar a utilizar el servicio en cuestión de 24 horas. Entonces, se podrán crear los usuarios y asignarle a cada uno de ellos, una tarjeta de crédito física o virtual, un presupuesto y un gestor. “Cuando un usuario haya realizado un pago, recibirá una notificación de Fuell en el móvil para que haga una foto del ticket. Nuestro software lo leerá a través de un sistema OCR, procesará la información y la incluirá en el perfil de ese empleado. El gestor podrá ver en tiempo real ese nuevo gasto y aprobarlo o no. Igualmente, el empleado podrá solicitar el reembolso y el gestor podrá aprobarlo o rechazarlo de forma instantánea”, cuenta Ortiz de Lanzagorta. De esta manera, ni el empleado deja pendientes sus deberes ni el contable ha de perseguir a nadie. “Hemos cambiado un proceso tedioso por unos clics”, asegura el CEO de Fuell.

La compañía juega con la ventaja de que “somos el emisor de las tarjetas a la vez que el software y, por eso, podemos ofrecer esta solución tan completa.” Los usuarios de Fuell pueden empezar a pagar al instante con Apple Pay y Google Pay y disponer de tarjetas MasterCard gratuitas, sin coste de emisión ni permanencia. Además, los tickets se convierten en facturas de forma automática en más de medio millón de comercios.

Según anuncia la compañía, el coste para la productora va en función del número de usuarios. “Fijamos un precio cerrado. No hay costes de emisión ni de mantenimiento, tampoco hay permanencia”, asegura Ortiz de Lanzagorta, quien también presume de su centro de atención al usuario.

Fuell mantiene un acuerdo con AGAPI y MAPA por el que sus socios pueden beneficiarse de un 30 por ciento de descuento por usuario. “Desde Fuell ofrecemos un ahorro con creces en tiempo y en dinero, ¡bueno, y en dolores de cabeza!”, concluye Ortiz de Lanzagorta.

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