Javier Ugarte, productor de ‘Valle de sombras’: «Cuando en un equipo estamos todos a una, lo imposible se convierte en posible»

Javier Ugarte produce la nueva película de Salvador Calvo.

Atresmedia Cine empieza fuerte 2024. El 12 de enero estrena en salas una de sus propuestas más ambiciosas del año: ‘Valle de sombras’, la nueva película de Salvador Calvo (‘1898. Los últimos de Filipinas’, ‘Adú’), que llega a los cines españoles de la mano de Buena Vista International (Disney).

‘Valle de sombras’ es un thriller repleto de aventura que tiene como escenario los paisajes del valle del Himalaya en la India. Con guion de Alejandro Hernández, el filme ha sido producido por Javier Ugarte (La Terraza Films), Jaime Ortiz de Artiñano (Atresmedia Cine), Ikiru Films y El Reino de Zanskar AIE.

Javier Ugarte

Con un presupuesto de más de seis millones de euros, la película recibió 1,2 millones de euros, en el segundo procedimiento de ayudas generales del ICAA del año 2022. ‘Valle de sombras’ está protagonizada por Miguel Herrán, con Susana Abaitua, Iván Renedo y Alexandra Masangkay, junto a Stanzin Gombo y Morup Namgyal completando el reparto.

La película ha recibido tres nominaciones a los premios Goya que resaltan los valores de producción de la película. Las categorías en las que ha resultado nominada son: Mejor Dirección de producción, Mejor Maquillaje y Peluquería y Mejores Efectos Especiales. El rodaje transcurrió en diversas localizaciones del Himalaya y Canarias durante más de siete semanas. El productor Javier Ugarte, acostumbrado a rodajes casi imposibles (‘El cuaderno de Sara’, ‘Adú’), en lugares remotos de África y ahora Asia, cuenta a Audiovisual451 las dificultades que se encontraron en esta producción que se acabó de rodar el verano pasado.

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Audiovisual451: ¿Cómo ha comenzado este 2024 para La Terraza Films?

Javier Ugarte: «La verdad es que estamos teniendo una buena racha. El viernes estrenamos ‘Valle de sombras’ y en estos días acaba de incorporarse el equipo de una película que empezaremos a rodar a finales de febrero, con Daniel Calparsoro. Esto del cine es muy difícil y los procesos para financiar un proyecto son muy largos, pero no nos podemos quejar».

A451: Os habéis especializado en rodajes difíciles y últimamente en lugares complicados, después de rodar ‘Adú’ en África, ahora habéis viajado hasta la India…

J.U.: «La primera de estas películas con mucha presencia de exteriores y de viajes fue ‘El niño’, luego hicimos ‘El cuaderno de Sara’, después ‘Adú’ y ‘Yucatán, por lo que ya van cinco. Han sido unos viajes preciosos, pero también muy complicados, porque siempre falta dinero y más tratándose de películas tan ambiciosas como estas. Lo bueno es que, en este tipo de proyectos, todo el equipo, por alguna razón, hace piña y quiere vivir la aventura lo que la final hace posibles las películas».

A451: ¿Qué pensaste cuando Salvador Calvo te presentó este proyecto tan complicado?

J.U.: «Curiosamente estábamos en Benín, en pleno rodaje de ‘Adú’, y en uno de esos tiempos muertos en los que te pones a hablar, Salvador y yo compartimos algunos referentes. Yo le hablé de ‘La playa’, del viaje interior y físico del protagonista en mitad de la nada y de todos esos lugares tan exóticos que muestra la película. Él me contó una historia ubicada en el Himalaya que me interesó al instante, por lo que acordamos darle una vuelta a la idea cuando terminásemos ‘Adú’. Entonces, empezó a surgir el germen de lo que hoy es ‘Valle de sombras’, una película que a todos nosotros nos pillaba muy lejos, no solo desde el punto de vista físico, sino también cultural, claro».

A451: Una vez más, un viaje hacia tierras exóticas, poco accesibles que se presentan como un reto de producción muy importante…

J.U.: «Decidimos rodar en Himachal Pradesh y Ladakh, dos regiones situadas en pleno Himalaya que pertenecen a la India, en las cuales la influencia nepalí es muy importante. Ambos territorios están muy cerca de Pakistán, por lo que se podría decir que en ellos confluyen tres culturas: la tibetana, la musulmana y la hinduista. Todo esto nos parecía muy interesante, y lo que hicimos en un principio, como siempre solemos hacer cuando encaramos un nuevo proyecto, fue documentarnos en busca de nuevas historias. Esta película no está basada en hechos reales concretos, pero lo cierto es que nos hemos inspirado en muchos sucesos reales diferentes, al igual que ocurría en ‘Adú’. Empezamos a darle vueltas, Salvador escribió un tratamiento, el guionista Alejandro Hernández se incorporó al proyecto y nos pusimos a buscar socios».

Salvador Calvo, durante el rodaje

A451: Y, como otras veces tocasteis en la puerta de Atresmedia Cine…

J.U.: «Mercedes Gamero, que en aquel momento todavía trabajaba en Atresmedia Cine, apostó por nosotros y eso supuso un espaldarazo enorme que nos permitió llevar el rodaje hasta la India. Este tipo de películas consiguen funcionar si viajas hasta el lugar que quieres retratar, porque, por mucho que investigues, la verdad y la esencia de la historia solo la puedes encontrar allí. Lo que hicimos fue organizar un primer viaje para que un equipo reducido, entre los que se encontraba el guionista, la directora de arte y Antón Laguna, el diseñador de producción. Estuvimos allí durante tres semanas que resultaron muy provechosas, visitando localizaciones y entrevistándonos con mucha gente, lo que supuso una fuente de información muy valiosa para Salvador Calvo y Alejandro Hernández a la hora de completar el guion».

A451: La India es un potencia mundial en el cine pero no precisamente donde vosotros habéis rodado ¿Cómo fue rodar en esas zonas tan remotas?

J.U.: «Las experiencias que nos proporcionaron los rodajes de ‘El cuaderno de Sara’, ‘Yucatán’ y ‘Adú’ nos fueron muy útiles en este sentido. Ya sabíamos que, fuera de Europa o Estados Unidos, a veces es difícil encontrar empresas de service eficientes, por lo que optamos por acercarnos, una vez más, a los agentes de viajes. Cuando rodamos en África, dimos con una empresa española que se dedicaba a organizar viajes por África y que nos ayudó mucho, y esta vez contamos igualmente con una persona que oferta viajes de aventura en la India».

A451: ¿Cómo fue esa primera toma de contacto con el país?

J.U.: «Durante el primer viaje, que lo hicimos fue entrevistarnos con algunos productores en Delhi. Necesitábamos contar con personas que tuvieran conocimientos a nivel técnico para poder conseguir los permisos necesarios y había que decidir exactamente dónde íbamos a rodar. Si optábamos por rodar en lugares recónditos y a mucha altura, necesitábamos expertos y lo que hicimos fue contratar una empresa de service de Delhi y otra especializada en viajes de aventura con el fin de que el equipo pudiese trabajar con un alto nivel de seguridad. Cuando fuimos a rodar, ya conocíamos bien la zona y sabíamos que no era nada fácil moverse por allí, dado que solo llegar al Valle de Spiti, por poner un ejemplo, lleva un par de días de viaje por carretera. Por eso, resulta imprescindible conocer a gente por la zona para poder reaccionar con rapidez en caso de alguna emergencia».

A451: ¿Y cómo fue rodar en altura?

J.U.: «Contábamos con unos guías de montaña que, con días de antelación, le dieron al equipo todas las indicaciones pertinentes. Primero, había que llegar hasta el lugar en cuestión y, una vez allí, eran necesarias 24 o 48 horas para aclimatarse. Subimos hasta los 2.000 metros, luego 2.500 y después 3.000, de manera que lo habíamos diseñado todo con el fin de ir aclimatándonos a la altitud También es importante señalar que hemos rodado mucho en Canarias. Rodamos en la India durante tres semanas y media y después, en Canarias, estuvimos otras cuatro semanas».

A451: Es un reto a nivel físico pero imagino que también para los equipos por rodar a temperaturas tan bajas ¿no es así?

J.U.: «Las baterías, por ejemplo, duran mucho menos en esas condiciones tan extremas y eso es algo que hay que tener muy en cuenta. Nosotros disponíamos de todo el material y la ropa de abrigo necesaria para que el equipo aguantase bien el frío y habilitamos, como no puede ser de otra manera, una serie de zonas protegidas en las que los equipos podían refugiarse para entrar en calor. La gente de la zona nos ayudó mucho y, gracias a ellos y al equipo de service indio, conseguimos estar preparados para todo. Preparar estos rodajes lleva mucho tiempo, tanto que hemos viajado hasta allí tres veces antes de rodar: una antes de escribir el guion, otra para localizar, otra para diseñar la producción, etc. La clave es estar preparado, sí, pero luego entra en juego un componente de suerte que es la climatología. Es evidente que, si la naturaleza se vuelve en tu contra, no tienes nada que hacer».

A451: Pero vosotros tuvisteis bastante suerte en ese sentido…

J.U.: «La preparación fue muy exhaustiva, el equipo estaba muy mentalizado y el clima nos acompañó, salvo en un momento dado en el que había un paso que teníamos que cruzar y que no hubo manera de abrir debido a la nieve, lo que nos obligó a dar la vuelta y nos hizo tardar dos días en vez de uno para acceder al valle al que queríamos llegar. El inconveniente es que luego, al intentar salir de allí, hubo un poco de lío porque una avalancha mantuvo cerrada la carretera unas cuantas horas, aunque se acabó solucionando y no tuvimos que hacer noche allí, lo cual hubiera sido todo un problema. En cierta manera, vivimos siempre un poco al límite, porque tampoco podemos hacer las cosas al nivel que las hacen los grandes estudios norteamericanos. Llevábamos lo suficiente, sí, pero nada más, no sobra nada».

A451: ¿Es fácil rodar en India desde un punto de vista administrativo e institucional?

J.U.: «Al igual que ocurre en África, la burocracia en India es terrible, pero una vez que superas ese obstáculo, tienes acceso a todo. Nosotros rodamos en dos zonas diferentes, y una de ellas, la de Ladakh, que está pegada a Cachemira, es un territorio muy militarizado, lo que tiene su parte buena y otra mala. Por un lado, es un lugar muy tranquilo y seguro, pero por otro, hay muchas restricciones, como que los drones no pueden volar a cierta altura y el ejército está siempre presente, vigilándote de cerca. En cualquier caso, estuvimos rodando en el río Zanskar durante una semana y la verdad es que tuvimos mucha suerte, porque el río estaba helado y la climatología fue buena. Eso sí, a -20ºC grados, pero salió el sol, todo el equipo estaba muy motivado y se dio muy bien. Trabajamos con seguridad y no hubo ningún problema, y eso que estábamos ya un poco al límite porque nos preocupaba mucho que se deshelara el río. Siempre había mucha gente preparada por si surgía alguna emergencia que atender, pero, por suerte, no pasó nada grave».

A451: Y después cruzasteis medio mundo hasta Canarias…

J.U.: «Efectivamente. Y luego, después de rodar cuatro semanas en Canarias, volvimos de nuevo a la India, pero nos trasladamos a otra zona distinta, la región de Himachal Pradesh y el Valle de Spiti, que es donde se ubica el monasterio que aparece en la película».

A451: ¿Cuántas personas, tanto de España como de India, han formado el equipo de rodaje?

J.U.: «La cifra varía un poco dependiendo de la semana, pero viajamos en torno a 40 o 45 profesionales desde España y de India han trabajado con nosotros entre 60 y 80 personas más. Mover a toda esta gente por la India conlleva una logística brutal, y otra gran dificultad fue transportar hasta allí el material técnico. Todo lo que tiene que ver con aduanas es un mundo muy complicado, y así lo sentimos también cuando rodamos ‘Adú’ o ‘Yucatán’. Cuánto más material llevas, cámaras, drones incluidos, más preguntas te hacen, pero como esta vez íbamos con la lección aprendida, hemos tratado de ir siempre dos pasos por delante. Por ejemplo, mientras que en la zona militarizada era más complicado utilizar drones, en el Valle de Spiti los hemos podido usar sin problema ni limitaciones».

A451: Rodar en Canarias tuvo que ser una balsa de aceite para todos después del rodaje en la India…

J.U.: «En Canarias, todo fue mucho más tranquilo y más cómodo, claro. Aunque teníamos mucho que rodar, el de Canarias fue un rodaje más técnico, de interiores, y ayudó mucho el maravilloso trabajo del equipo de arte. Gracias a su labor, cuando la gente ve la película, me dice no ve la diferencia entre la India y Canarias. Eso sí, fue un rodaje a la carrera, porque este tipo de cine con una ambición tan grande exige rodar en muchos lugares diferentes. Pero sí, fue indudablemente más cómodo que rodar en India porque, al final, estás en casa, no te preocupa tanto la seguridad y tienes todo a mano. En Ladakh, si te caes o te pasa algo, tienes un hospital relativamente cerca pero no al lado, y en Himachal Pradesh y en el Valle de Spiti también, pero en ese caso fuimos a visitarlo y tampoco me dio muchas garantías que digamos. Yo siempre digo que en estos sitios, el avión es el mejor hospital que hay».

A451: Concluir el rodaje de una producción como ésta en siete semanas es una verdadera hazaña…

J.U.: «Lo conseguimos gracias al arte de planificar mucho, pensar y repensar. Es algo muy difícil, pero Salvador Calvo hizo un trabajo extraordinario, cogió la batuta y le dio ritmo a la música. Si no avanzas como debes o te bloqueas, es complicado cumplir con el plan previsto, pero allí se generó una magia entre todo el equipo que, sin saber cómo ni de dónde surgió, nos empujó a cumplir cada día. Miguel Herrán también demostró una actitud maravillosa porque, al ser el protagonista absoluto de la película, tiró muchísimo del carro, se echó la película a la espalda, al igual que hizo Salvador. El ritmo fue siempre muy bueno y, al final, eso nos permitió llegar en los plazos previstos».

A451: Es una película muy física para los actores, y sobre todo para Miguel Herrán…

J.U.: «Tienes que estar muy preparado físicamente y descansar bien cada día, porque son jornadas largas y agotadoras. Te levantas, tienes que desplazarte a otro lugar durante una hora o más, estás todo el día rodando, vuelves al hotel, y así durante semanas, lo cual es muy complicado de mantener. Enlazar Canarias con India nos llevó nada menos que 24 horas».

A451: Otra gran ventaja de rodar en Canarias es que os habéis podido beneficiar de su incentivo fiscal, entiendo…

J.U.: «Así es, como siempre, Canarias nos ha abierto las puertas. La Gran Canaria Film Commission nos ayudó en todo lo que pudo, y la verdad es que da gusto trabajar allí. Hemos rodado ya varias películas en las islas y siempre es un gran placer volver».

A451: Y en la producción, además de con Atresmedia, habéis contado con Netflix, a lo que se suma también la ayuda del ICAA…

J.U.: «Netflix apostó fuertemente por la película y la verdad es que ha vuelto a demostrar que es un gran compañero de viaje. Han comprado derechos para todo el mundo, lo cual es extraordinario, siempre han confiado en nosotros y en este tipo de cine que tanto nos gusta hacer. Esta película es una ventana a otro mundo y nosotros nos llevamos una experiencia vital inolvidable».

A451: ¿Cuáles han sido las secuencias más complicadas de rodar?

J.U.: «Ha habido varias bastante difíciles, pero ahora me viene a la cabeza una en la que tiramos a un hombre al agua, es decir, un especialista se tiró al agua helada del río Zanskar. Mientras rodaban en otra zona del río, nos dedicamos a preparar muy bien esa secuencia tan arriesgada que, por suerte, salió a la primera, por lo que el director quedó satisfecho y no quiso hacer más. Pusimos tres cámaras y la verdad es que quedó muy bien. Fue algo muy complicado, pero también muy bonito de rodar. Y luego, rodamos a 5.000 metros de altitud, con lo que eso conlleva para el equipo. Se rodó a muchísima altura y fue muy difícil, porque el ritmo era frenético y si no salía no teníamos la oportunidad de volver a rodar lo mismo al día siguiente otra vez, como hacía Stanley Kubrick. Había que rodarlo ese día, en ese lugar y a esa hora, por lo que ese arte de planificar nos exigió ser muy precisos, minuto por minuto».

A451: Para eso, también habrá sido clave contar con un equipo técnico como el de esta película…

J.U.: «Ha sido todo un lujo poder contar con profesionales de la talla de Álex Catalán como director de fotografía, Antón Laguna a cargo del diseño de producción o Sarai Rodríguez en maquillaje. La fotografía es algo esencial en el caso de este película, tanto que producción y dirección tuvieron que amoldarse al ritmo y a las exigencias de la fotografía en materia de horarios. Álex ha hecho un trabajo maravilloso, siempre remando a favor de obra. Tenía toda la razón cuando nos decía que, para capturar un momento concreto, había que esperar hasta una determinada hora, si estábamos allí no podíamos desaprovechar esa oportunidad. Dirección, producción, maquillaje, peluquería, vestuario, todos se vieron obligados a luchar por sacar adelante su trabajo con mayor rapidez que de costumbre y en condiciones muy complicadas, pero cuando en un equipo estamos todos a una, lo imposible se convierte en posible. Es esa magia de la que hablaba antes».

A451: ¿En cuántas pantallas tenéis previsto estrenar el 12 de enero?

J.U.: «Seguro que estrenaremos en más de 300 pantallas, pero supongo que están terminando de cerrarlo. Vamos a tratar de hacer un estreno importante, pero hoy la taquilla es imprevisible y siempre intento ser muy prudente en este sentido».

A451: La película tiene tres nominaciones a los próximos Premios Goya, quizá os ha penalizado no haber estrenado antes para conseguir alguna más ¿no crees?

J.U.: «La verdad es que nos debatimos entre estrenar en 2023 o este año y la decisión fue muy difícil de tomar. Cuando estrenas en el mes de enero, los Goya del próximo año quedan todavía muy lejos, mientras que a éstos hemos llegado muy, muy justos. Teníamos lista la copia definitiva el 3 de noviembre de 2023 y, a partir de ahí, empezamos a organizar pases, pero es cierto que no ha dado tiempo a que todo el mundo vea la película. Dejando a un lado la parte creativa, que siempre es más subjetiva, nosotros pensábamos que ‘Valle de sombras’ tenía muchas posibilidades de estar nominada este año en otros apartados técnicos. La apuesta fue nuestra y hay que asumirla y aceptarla, pero hay que tener en cuenta también que, cada año, se estrenan películas maravillosas y la competencia es muy fuerte. Sinceramente, creo que no está nada mal el hecho de haber conseguido tres nominaciones a los Goya con el poco tiempo que hemos tenido para enseñar la película a los académicos».

A451: ¿Qué será lo próximo de La Terraza Films?

J.U.: «Estamos preparando una película con Daniel Calparsoro que se va a rodar a finales de febrero de manera prácticamente íntegra en Madrid y en la que, por cierto, también hay nieve. Nosotros la definimos como un thriller familiar, que está protagonizado por Antonio Resines e igualmente tiene una gran vocación comercial. El título provisional es ‘AP-6: Infierno en la Autopista’ , contamos con el apoyo del ICAA y tiene detrás, de nuevo, a Atresmedia y a Netflix. También tenemos la intención de rodar en otoño ‘La cena’, una comedia de Manuel Gómez Pereira, que cuenta con el apoyo de Movistar Plus+, y ya de cara al año siguiente, estamos trabajando en una película que va a dirigir José Mota, de la mano de Televisión Española, a la que se ha sumado también Amazon. En el caso de esta última, todo está en pañales, todavía estamos en fase de financiación».

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