La industria audiovisual debe mostrar una voluntad real para hacer producciones sostenibles

La industria audiovisual tiene que mostrar una voluntad real para hacer producciones sostenibles a fin de reducir los impactos negativos del sector, pero las plataformas y corporaciones televisivas también deben comprometerse a adquirir solo proyectos que tengan huella neutra, fue una de las conclusiones de la mesa “El Bosque del Cine y otras propuestas para la sostenibilidad en el sector audiovisual”, que ha tenido lugar en el marco de la VII edición del Festival de Cine de Santander.

Yolanda Costas, responsable del área de Sostenibilidad en Cine de CREAST, empresa tecnológica que ofrece predecir, reducir y medir la huella de carbono de las producciones; Álvaro Longoria, director del Festival de Cine de Santander y fundador de Morena Films; Arturo Menor, biólogo, productor y director de cine de naturaleza, fundador de Acajú Comunicación Ambiental y David Sánchez Labrador, director de proyectos de la empresa Bosques Sostenibles participaron en este encuentro, que se realizó en la Fundación Botín, dentro de las actividades de industria del certamen cántabro.

Yolanda Costas, de CREAST ha destacado la importancia de dar herramientas y empoderar a los equipos de producción de una forma progresiva y asumible, tanto a nivel técnico como económico, para asegurar la sostenibilidad. “A mí me hace mucha gracia desde las producciones, que a veces el equipo de producción trabaja muchísimo en ese sentido, elimina las botellas de agua de plástico, pone el punto de reciclaje, pero después, si el equipo técnico no está concienciado, no se logra el objetivo”, señala.

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Afirma que la realidad es que actualmente solamente aquellas productoras que tienen una capacidad económica fuerte o una conciencia que quieran a nivel imagen están trabajando en el tema de la sostenibilidad, a veces a través de un bosque propio, cuando quieren algo muy exclusivo o mediante la compra de bonos de reforestación. “Ahora mismo, yo creo que el foco está puesto en la reducción de la huella de carbono a nivel normativo, porque lo importante es reducir el impacto para bajar las emisiones, porque si seguimos en la escalada, estamos mal”, resalta y explica que para las ayudas europeas y en otros programas, presentar un proyecto de reforestación puntúa, pero no es una normativa, a día de hoy no es una obligación, mientras que para solicitar apoyos del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) o de las comunidades autónomas, eso sí que es obligatorio.

Resalta que la huella media de una producción va directamente relacionado al presupuesto y al género. En el caso de una película de gran presupuesto, con un género de fantasía o de época, hay una huella muy alta, de unas 300 toneladas más o menos, mientras que en los proyectos más intimistas, con presupuestos más reducidos, instalaciones limitadas, puede hablarse de 100 toneladas y en el caso de los documentales, se calcula unas 20 toneladas. En cuanto a las series, Yolanda Costas precisa que pueden generar una huella de hasta 500 toneladas en general, dependiendo de la producción, lo que es un impacto muy fuerte y añade que hay otra cosa interesante, ya que siempre se habla de huella de carbono, pero hay otros impactos ambientales que no se traducen en huella, como las películas con muchas escenas de lluvia, pero tienen un impacto ambiental brutal.

Sobre cómo de exigentes son las plataformas para adquirir producciones sostenibles, anota que el mercado va a varios ritmos, pero Movistar de Telefónica es muy estricta en ese sentido. También ocurre, dice, que muchos proveedores se quejan de que no hay ayudas económicas para hacer la transición verde y de hecho, el Instituto Catalán de las Empresas Culturales (ICEC), es la única institución en España que está financiando diagnosis ambiental. “También los bancos han empezado hace unos meses a contactarnos porque quieren evaluar las películas que van a financiar con criterio verde”, añade.

En torno al Ecomanager, figura que se encarga de concienciar al equipo, de estimar el impacto medioambiental y realizar un plan de sostenibilidad adecuado a la producción, la responsable del área de Sostenibilidad en Cine de CREAST indica que desde la empresa “consideramos que es importante que esté dentro de la producción y de la productora por un tema de perdurabilidad, de capacidad de decisión y de estructura de costes”.

Convertir la industria del cine en una industria verdaderamente sostenible

Álvaro Longoria, uno de los fundadores de Morena Films, cineasta y director del Festival de Cine de Santander, lleva años con el tema de la sostenibilidad en la industria audiovisual y es uno de los promotores del Bosque del Cine de Cantabria que contempla la plantación de 34.000 árboles autóctonos, con los que se compensarán 19.000 toneladas de CO2, que es aproximadamente lo que se genera con la producción de 320 películas.

“Han pasado ya unos años desde que empecé a hablar de esto y a involucrarme. Y lo que veo es que claramente hay una tendencia positiva en la que el hecho de que el ICAA obligue a medir la huella demuestra que al final la regulación sí que funciona, pero desafortunadamente, en mi opinión, el proceso para llevar al cabo esto, es muy lento, es muy frustrante y está lleno de trabas”, subraya y asegura que al final siempre se pone el peso en la pequeña productora, que es el eslabón más débil de la cadena y que tiene que pagar de sus beneficios pero es un proceso que debería ir de arriba, con los más grandes, hacia abajo.

“Hay que cambiar la mentalidad de la industria de forma radical, porque si no, al final solo se llevan al cabo pequeñas cosas que son ‘green washing’, que se hacen para quedar bien. Yo llevo diciendo años que debería ser absolutamente obligatorio que las cadenas o plataformas adquieran solo contenido neutro en carbono, es algo que se tiene que normalizar en la industria, hacer un estándar en el que todas las producciones tienen por obligación que neutralizar su huella de carbono y que no sea una cuestión voluntaria, que no solo yo, porque he producido ‘Campeones’, me pueda permitir pagar una plantación, sino que todo el mundo lo haga”, insiste y agrega que si todas las plataformas anuncian, en un determinado momento, que solo van a comprar producto neutro en carbono o producciones que hayan neutralizado su huella, habrá voluntad por parte de la industria.

Importante tener un Decálogo de Buenas Prácticas

Arturo Menor, biólogo, productor y director de cine de naturaleza, manifiesta su preocupación por cómo se están haciendo las repoblaciones de árboles que absorben el CO2 ya que se buscan especies que crezcan rápido, pero que muchas veces no son autóctonas y terminan siendo un problema, como ya pasó con el plumero de la Pampa, que ya ha invadido España. “Hay una cosa que me preocupa y es que por querer hacer una cosa bien generemos un problema más grande del que ya tenemos; se está repoblando mucho, a lo bestia, incluso instituciones vinculadas a grandes empresas, y desde ahí hay una buena voluntad de neutralizar la huella de carbono, pero no se hace adecuadamente”, apunta.

Menor, director de ‘WildMed, el último bosque mediterráneo’, ‘Barbacana, la huella del lobo’ e ‘Iberia, naturaleza infinita”, que compite en el Festival de Cine de Santander en la Sección Oficial Cantabria Infinita, advierte que desde la productora que fundó: Acajú Comunicación Ambiental, junto con la Asociación Andaluza de Productoras de Cine de Ficción, Documental, Animación y Seriado (ANCINE), la Fundación Savia y el Centro de Investigaciones Ambientales del Mediterráneo (CIAMED) se hará un Decálogo de Buenas Prácticas a la hora de hacer las repoblaciones. “La premisa nuestra es ni un grado más y ni una especie menos, y estamos conscientes de que han habido objetivos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que no se han cumplido”, enfatiza.

Remarca que el proyecto que propone es de plantar semillas, lo que tiene una huella muchísimo menor, que sembrar árboles. “La semilla se planta y de ahí sale el árbol directamente, y en el caso de un árbol tienes que ir al campo con coche a traer semillas, hay que regarlo un buen tiempo, el primer año la planta echa raíz para tomar agua y tomar nutrientes, su raíz se enrosca en una maceta y sale una especie con deficiencias a la hora de vivir en el campo. Al final ese tipo de repoblaciones tiene sobrecoste y huella de carbono”, advierte, además de que señala que en su proyecto todo el proceso se hace con personas del medio rural y con mulas, “lo que puede parecer muy bucólico, pero es efectivo”.

David Sánchez Labrador, director de proyectos de la empresa Bosques Sostenibles anticipa que Europa empezará a regular aquello que se considere inversión sostenible y será un reglamento de taxonomía el que establezca las bases para definirlo. “Lo que se espera es que a la hora de obtener financiación se tenga en cuenta eso y de aquí a medio plazo si no se realiza una inversión bajo criterios de sostenibilidad, no se tendrán apoyos y las vías para acceder a ellos se reducirán mucho, se irán cerrando”, manifiesta.

Apunta que la gran industria ya lo está asumiendo y se irá trasladando al resto de sectores. “Si alguien pretende desarrollar una industria contaminante seguramente no tendrá financiación bajo el control del Banco Central, podrá tenerlo de manera privada, pero aquello que no cumpla con los criterios del reglamento de taxonomía de la Unión Europea, poco a poco se irá quedando fuera y se estrechará el cerco en su contra”, concluye.

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