La gestión de cuentas de cobro o, en inglés, collection account management, es una herramienta de ayuda a la producción y a la distribución audiovisual que, desde hace años, constituye un estándar en la industria internacional.
Su finalidad es asegurar que los flujos de dinero de las producciones se sigan con rigor y puntualidad. Para ello, se encomiendan las tareas de cobro a un tercero cuya profesionalidad e independencia lo garantice ante quienes ostenten haberes (derechos de crédito) sobre la producción.
Sirva un ejemplo al que seguirán más explicaciones en artículos subsiguientes: las productoras ProdA, ProdB y ProdC conciertan una coproducción en la que contarán con la inversión del financiero Fin, y la asistencia de una agencia de ventas AV para la distribución. Ocurre pues que habrá que pagar, contra los ingresos (“ventas”) que se obtengan: a Fin su comisión, a AV la amortización de su inversión más el retorno que se haya pactado, y a ProdA, ProdB y ProdC la ganancia que les corresponda tras lo anterior.
Tradicionalmente las distribuidoras a quienes AV haya “vendido” la película, pagarán a la propia AV. Esta detraerá su comisión y remitirá el resto de los haberes a la coproductora principal, sea ProdA. ProdA devolverá a Fin su inversión más la prima; luego dividirá el resto entre ProdB y ProdC (y la propia ProdA) según sus cuotas de titularidad sobre la producción.
Se habrá creado así una cadena cuyo vigor, como el de todas, dependerá de su eslabón más débil: si AV incumple su deber y no remite los ingresos a ProdA (habiendo restado su comisión antes), ni Fin, ni ProdA, ProdB y ProdC, recibirán su parte. De modo análogo, podría ProdA, habiéndolos recibido de AV, fallar en remitir los caudales a Fin y a sus socias ProdB y ProdC. En ambos casos la cadena se rompería y los eslabones de aguas abajo dejarían de recibir sus legítimos ingresos (suponiendo que haya dinero suficiente).
AV o ProdA podrían fallar por muchas razones, desde mera inoperancia (que puede causar retrasos insoportables como daño menor), hasta el concurso de acreedores (lo cual llevaría a la masa de la quiebra haberes que, en realidad, deberían fluir aguas abajo).
El agente de cuentas de cobro (collection account manager) elude estos riesgos, pues centraliza cobros y pagos sin necesidad de cadenas susceptibles de ruptura: AV no cobra ya directamente de los distribuidores las “ventas” de la producción, sino que los instruye para que paguen directamente en la cuenta de cobro. Se trata de una cuenta bancaria que sólo gestiona el propio agente de cobro. Eliminándolos, se obvia así el riesgo de eslabones fallidos: como el dinero de la cuenta de cobro no pertenece al agente de cobro, ni siquiera en el caso de su quiebra iría a parar a la masa concursal.
El agente de cobro, según instrucciones selladas por contrato con los interesados, deberá entonces detraer su propia comisión y remitir el resto a sus expectantes acreedores: a AV su comisión, a Fin su inversión y prima, a ProdA, ProdB y ProdC sus beneficios.
El planteamiento no puede ser más sencillo y, por ende, más eficaz.