La sede de la Embajada de Brasil en España es un hervidero de cine y hermandad. Este palacete escondido en el centro aristocrático de Madrid se ha transformado en el hogar de la realizadora brasileña Marianna Brennand y, más importante, de su última producción y primer largometraje de ficción, ‘Manas’. La cinta, seleccionada por Brasil para representar a su país en la categoría de Mejor Película Iberoamericana de los Goya, es una historia sencilla y cercana aunque tenga lugar en lo más remoto del Amazonas. Y quizás por ambas razones, un filme doloroso por los continuos casos, aquí, allí y acullá, de abusos contra las mujeres, peor aún cuando aún ni lo son. Una historia internacional de hermanas (de ahí el Manas del título) que pese a lo dolorosa que es se niega a explotar esa violencia delante de las cámaras.
Tal vez por ello Lula da Silva, el actual dirigente brasileño, preside desde su retrato oficial esta jornada de prensa y promoción en la Embajada. Fuera del ámbito político, otros han sonreído a esta cinta que también estuvo preseleccionada para competir en los Globos de Oro y lleva ya conseguidos premios en el Festival de Huelva o en Sevilla. La novia de América, Julia Roberts, llevó esta cinta y a su autora de la mano durante sus presentaciones a la industria de Hollywood. Lo mismo que hizo Sean Penn, convertido en productor de la película tras conocer a la realizadora a su paso por Cannes. ¡Y pensar que todo empezó gracias a una ayuda del programa Ibermedia!
“’Manas’ no fue un proyecto, fue una vocación, una llamada”, arranca su realizadora, en un perfecto inglés para no caer en el ‘portuñol’ que ni ella ni yo hablamos con fluidez. Brennand asegura que no esperaba hacer algo como ‘Manas’ cuando llegaron a sus oídos noticias de la isla de Marajó, de los abusos sexuales que allí se cometen de manera casi endémica contra mujeres y contra niñas, en el seno de sus familias o en los cargueros que pasan por esa región amazónica. “Mi primer impulso fue realizar un documental porque necesitaba contar esa historia y es lo que conocía”, rememora alguien que se encontraba en plena promoción de su último documental, el único género en su carrera hasta ese momento. Hablamos de hace una década. También entonces se dio cuenta de lo inmoral que sería volver a someter de nuevo a esas niñas, a esas mujeres, a la violencia mental que supondría revivir su pasado delante de las cámaras para darles voz en un documental. “Así fue como me di cuenta de que la única alternativa era realizar un filme de ficción y mi productora, mi socia, mi coguionista Carolina Benevides luchó e hizo todo lo necesario además de poner todo el amor y la dedicación haciendo realidad esta producción completamente independiente”, agrega.
Ese todo incluyó el Fondo Sectorial del Audiovisual en Brasil, una importante ayuda que ya ha desaparecido pero que en su momento financió su primer viaje a la isla Marajó para preparar el primer tratamiento del guion. “Pero seguíamos necesitando una estructura (económica) para que este filme viera la luz. Necesitábamos su internacionalización, necesitábamos socios, coproductores”, detalla de un proceso que las llevó por festivales y mercados en los que fueron encontrando nuevos apoyos. Por ejemplo, los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne, cineastas belgas conocidos por el tono social de sus filmes. Leyeron el segundo o tercer tratamiento del guion y quisieron tomar parte de esta producción. Lo mismo con realizadores más cercanos geográficamente como el brasileño Walter Salles. O productoras internacionales como la portuguesa Fado Filmes. “Y por supuesto los fondos de Ibermedia. Fueron decisivos para la financiación de ‘Manas’. Desde el principio, esta ayuda estuvo en nuestro radar y pudimos acudir a ella con el apoyo de nuestro coproductor portugués”, admite llena de agradecimiento por el empujón que recibieron. También hubo que recurrir al famoso truco de la “triangulación” en materia de financiación, cuando pese a su apoyo, los Dardenne no pudieron ser coproductores como querían y se quedaron en productores ejecutivos. Brasil no cuenta con un acuerdo directo coproducción con Bélgica y necesitaron a Francia en esta triangulación que finalmente no fue necesaria tras la entrada de Portugal en ‘Manas’. “Un apoyo que utilizaremos en nuestro próximo filme”, sueña con optimismo y fe en la estructura internacional de financiación.
El mecenazgo de Hollywood fue producto del boca oreja y no tanto por las conexiones de Brennand con esta industria cuando estudió cine en la Universidad de California en Santa Bárbara (EEUU). Es lo que tienen los premios, que atraen otros premios. O a los famosos que los entregan. “La conexión con Sean Penn surgió en Cannes donde me dieron el premio Women in Motion junto a Nicole Kidman. Es un galardón muy importante para todas las mujeres en la industria, un premio que nos apoya. Yo lo recibí en la categoría de nuevas cineastas y a Sean, presente en esa gala, le llegó mucho el discurso con el que recogí el premio, lleno de alma y corazón. Tras la gala quiso conocer a la mujer detrás de esas palabras y me hizo prometerle que le mandaría el filme”, recuerda con profesionalidad, contenta pero sin más emoción, teniendo en cuenta que lo que vino después fue un total apoyo del actor y de su amiga Julia Roberts durante la campaña promocional de ‘Manas’ en Hollywood. Ambos dedicaron al filme brasileño centrado en la violencia sexual que sufren las adolescentes en Marajó mucho más tiempo que a la promoción de sus últimos estrenos como intérpretes. “Como me dijo Sean, ‘Manas’ es un filme increíble y ambos sintieron la necesidad de dejarse la piel apoyando un tema tan importante tratado con tal sutileza. Los dos quisieron sumarse a esta campaña de divulgación tan importante”, indica sin lugar para la falsa modestia. “En última instancia el filme es una muestra del poder de las mujeres. ‘Manas’ nos da voz, lo que escuchas es nuestra voz. La tuya, la mía, la voz de las mujeres”.

En medio de todo este apoyo, hay una voz que apenas se escucha pero es el corazón de ‘Manas’. Sin la voz, la mirada, sin la presencia de Jamilli Correa, la intérprete del filme, la película sería otra. “Es una niña de 13 años, la misma edad que la de su personaje, que Marcielle. Era lo que buscábamos, alguien que no fuera una actriz y tuviera la misma edad. No es de Marajó pero había escuchado ya cosas sobre la explotación sexual y los abusos dentro del hogar que sufren muchas jóvenes de su edad en esa zona más remota”, recuerda de su casting.
Su mayor preocupación no fue solo encontrarla sino protegerla de la historia que estaba contando. En ‘Manas’ la violencia nunca se muestra aunque se siente y mucho. “Era algo muy importante para mi. Como realizadora, como mujer y de acuerdo con mis convicciones políticas. Podemos contar nuestras historias sin violencia, respetando el proceso creativo pero también nuestros cuerpos, respetando a nuestros compañeros de trabajo moral y psicológicamente y especialmente a esta chica. Quise protegerla del dolor psicológico de las situaciones que se reflejan en la cinta. Por eso nunca les di a leer el guion. Rodamos en continuidad y explicaba las escenas pero siempre era un juego”, recapitula sobre la técnica utilizada durante el rodaje, una filmación en la que funcionó con un equipo mínimo por motivos económicos, de espacio y, sobre todo, por la corta edad de muchos de sus participantes.

¿Y ahora, qué? Brennand se muestra satisfecha. Misión cumplida y los premios que vengan, vendrán. “Hice ‘Manas’ porque quería dar voz a las mujeres que están silenciadas cada día y comenzar así la transformación. Cada espectador, cada premio, cada festival es señal de que el filme ha conseguido su objetivo”, insiste. ‘Manas’ también es una muestra del poder de las mujeres detrás de las cámaras porque como recuerda Brennand ella fue la primera realizadora brasileña en recibir el premio Women in Motion en Cannes. Lo dice con orgullo, pero esta vez con ganas de compartir. “Es un premio que recibí yo pero que le corresponde a todas las mujeres cineastas en Brasil, productoras, directoras, guionistas. A todas las que han trabajado conmigo y a quienes me han inspirado a seguir sus pasos”, añade enumerando una larga lista que incluye a brasileñas como Petra Costa, Sandra Kogut o Lais Bodanzky además de la española Carla Simón, de quien también admira su filmografía. “Somos tantas y nuestras voces se van amplificando. Porque historias como la de ‘Manas’ solo pueden ser contadas por mujeres. Y me siento orgullosa de haber sido yo quien ha tenido que la oportunidad de contarla representando a todas las Manas en el mundo”.



