‘Wiñaypacha’, un viaje a la eternidad de Perú desde el neorrealismo que busca su lugar en los premios Goya y los Oscar

Ópera prima de Óscar Catacora, que visita Madrid y Barcelona estos días

El cine peruano quizá no tenga el prestigio y los recursos de otras cinematografías latinoamericanas con más peso internacional como la argentina, brasileña, colombiana o la chilena, pero de lo que no hay duda es que en sensibilidad puede competir con cualquiera. Así al menos lo demuestra el cineasta peruano Óscar Catacora con su ópera prima, que presenta en España estos días con la mirada puesta en los Premios Goya.

Óscar Catacora.

‘Wiñaypacha’, un drama entre la realidad y la ficción que bebe tanto del neorrealismo italiano como de los grandes maestros japoneses Ozu, Kurosagua y Mizoguchi. Rodada íntegramente en la lengua andina aymara, la primera producción peruana de la historia que elige esta opción, ‘Wiñaypacha’ ha sido designada por Perú candidata a los Premios Goya del cine español, para optar a entrar en la categoría de Película Iberoamericana, y también para representar al país en los premios Óscar de Hollywood, como posible candidata a la Mejor Película en Habla no Inglesa.

El 29 de noviembre en Madrid y el 30 en Barcelona, se celebran sendos actos para dar a conocer la película a la prensa y a los miembros de la Academia del Cine español que han tenido la oportunidad de verla  y reflexionar sobre ella con el joven director peruano Óscar Catacora, también autor del guión y de la cuidada fotografía de la película. ‘Wiñaypacha’ narra la historia de Willka y Phaxsi, una pareja de ancianos de más de ochenta años que viven abandonados en un lugar remoto de los andes del Perú, a más de cinco mil metros de altura. Enfrentan la miseria y el inclemente paso del tiempo, rogando a sus dioses para que por fin llegue su único hijo a rescatarlos.

La ópera prima de Catacara ha participado en Festivales como el Presencia Autóctona de Montreal, donde obtuvo el Primer Premio TUICAN al Mérito Artístico; el Festival de Guadalajara (México), donde obtuvo el Premio a la Mejor Ópera Prima, a la Mejor Fotografía y el Premio FEISAL; en Mar de Plata (Argentina), Punta del Este (Uruguay) y Quito (Ecuador), entre otros.

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Óscar Catacora nació en 1987 en el sur de Perú y es de origen aymara. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social y cuenta con estudios en Arte en la especialidad de Teatro de la Universidad Nacional del Altiplano Puno – Perú. Es un cineasta autodidacta, que comenzó su carrera como realizador audiovisual a los 17 años al lado de la productora Cine Aymara Studios donde desarrolló una larga lista de cortometrajes de tipo experimental. En 2007 realizó su primer mediometraje de tipo experimental denominado ‘El Sendero del Chulo’. En el año 2017, participó en la 21ª edición del Festival de Cine de Lima donde presentó su ópera prima ‘Wiñaypacha’ y obtuvo una Mención Honorífica a la Mejor Película Peruana otorgada por el Ministerio de Cultura de Perú. Posteriormente, fue elegida Mejor Película Peruana en el II Concurso Nacional de Largometrajes Semana del Cine ULima – 2017.

Catacora ha explicado a Audiovisual451 las motivaciones y secretos de esta joya peruana, un viaje a la eternidad, que el cineasta y excoordinador creativo de Cineteca Madrid, Javier Corcuera, no ha dudado en calificar como lo mejor que ha hecho el cine peruano en décadas.

Audiovisual451: ¿Cuáles fueron las motivaciones para rodar esta historia tan cruda?

Ósca Catacora: “Nací en un entorno rural, en una comunidad altoandina y mi primera lengua materna fue el aymara, lo aprendí a hablar con mis abuelos cuando tenía cinco o seis años. Después, debido a problemas familiares emigré a la ciudad. Desde ese momento el español se convierte en mi segunda lengua. Sin embargo, durante todo este tiempo yo he vivido enraizado con mi lugar de origen. Me gusta mucho la literatura indigenista que habla sobre el hombre del Ande, sus costumbres, sus vivencias y su forma de pensar… Cuando hago mi incursión en la cinematografía trato de vincular estas historias. Habitualmente hago trabajos promocionales para instituciones públicas y privadas y ahí empecé un recorrido largo para poder hacer mi primer largometraje cinematográfico”.

A451: El tono documental de la película es indiscutible ¿Dónde termina la realidad y empieza la ficción?

O.C: “Me alegro mucho cuando escucho que la película tiene un tono muy documental más que de ficción. Considero que es todo un logro, porque esto fue uno de mis objetivos principales que la película incluso confundiese al espectador, que creyese que es todo real”.

A451: ¿Cómo fue rodar en semejantes condiciones de altitud y sin muchos de los recursos habituales?

O.C: “El proceso de producción fue sin duda complicado, pero no nos quejamos de las dificultades, porque culturalmente lo sentimos así. Gran parte del equipo técnico está conformado por gente del lugar y entendían muy bien lo que es. En la cultura occidental se ve el trabajo como un castigo divino pero para nosotros es un deporte, una forma de sociabilizar y formar familias. Para nosotros, a pesar de los obstáculos, fue una diversión, una aventura donde hicimos grandes amistades que mantenemos”.

A451: ¿Cuánta gente formaba el equipo?

O.C: “Trabajábamos con un equipo reducido. Éramos alrededor de 20 personas y en el lugar de rodaje a lo sumo 15, principalmente los jefes de departamento, los técnicos más imprescindibles. La idea era no saturar mucho el entorno para que los dos abuelos protagonistas no se sintieran incómodos, que se sintieran en libertad para trabajar”.

A451: ¿Por qué te cantaste por utilizar actores no profesionales?

O.C; “Inicialmente, cuando obtuvimos el premio del Ministerio de Cultura de Perú, como cualquier joven (entonces yo tenía 26 años) me emocioné y me propuse hacer esta película con actores profesionales para de alguna manera garantizar la calidad artística de la obra. Mientras culminaba mis estudios universitarios iba madurando el proyecto y ahí surgió la idea de que no necesitábamos actores profesionales, sino intérpretes más naturales, más espontáneos. Vi muchas películas del Neorrealismo italiano, como ‘Umberto D’, ‘Ladrón de bicicletas’ de Vitorio de Sica. Pensé que ese era el estilo que quería en mi película. Nos documentamos mucho y esa fue la apuesta, hacer una película realista con actores no profesionales del entorno”.

A451: ¿Cómo llegasteis a los protagonistas?

O.C: “Hicimos un trabajo importante de casting para elegir los dos protagonistas entre personas con ciertas características. En primer lugar que fueran actores mayores de 80 años en buen estado físico y mental. Después que contarán con la espontaneidad artística que requería el proyecto. Buscábamos que los dos tuvieran alguna cualidad artística, por ejemplo, la señora es cantante, es una lideresa activa de la zona, mientras que mi abuelo, que interpreta el otro personaje, es músico como se ve en la película, también canta y fue autoridad comunal de la zona. Cumplían con ciertas características para poder exponerse ante una cámara si sentirse intimidados”.

A451: ¿Cómo fue el trabajo con ellos para que se enfrentaran con seguridad a actuar en una película sin tener ninguna experiencia?

O.C: “Ensayamos durante seis meses entre dos o tres meses a la semana. Tenía que ser así porque ellos desconocen los procesos de la cinematografía. Un ensayo por la mañana de una o dos hora y otro por la tarde. Son personas de 80 años que se cansaban muy rápido y se aburrían. Lo que hacíamos era conversar con ellos, conocernos”.

A451: ¿Y cómo influyó en la narrativa?

O.C: “A Akira Kurosawa le gustaba rodar mucho con teleobjetivos para no intimidar a los actores, pero en nuestro caso era difícil, sobre todo en los interiores. Lo que hicimos para que ellos no se sintieran cohibidos con la cámara fue tratar de minimizar el equipo de rodaje. Solamente estaba el operador de cámara, el sonidista y a veces un técnico de iluminación, todos los demás se alejaban”.

“Siempre digo que hago el cine que me gustaría ver, me gusta mucho el cine de John Ford, al que no le gustaba mucho mover la cámara y prefería el movimiento interno del plano. Esta es una de mis referencias pero también están maestros japoneses como Ozu, Mizoguchi, Kurosawa… Sobre todo Ozu, cuando habla sobre la vejez, sobre la contemplación, la reflexión… Lo que quise de alguna manera también es hacer un tributo a estos autores que me han influido y me han inspirado”.

A451: ¿Los diálogos en aymara estaban en el guión o son improvisados?

O.C: “Los abuelos se aprendieron todos los diálogos, se ciñen a un guión estricto. Al principio, en los ensayos intentamos hacer improvisación pero nos dimos cuenta que no funcionaba, cada uno hablaba cuando quería, se desbordaba todo. Decidimos que se aprendieran el guión, el problema fue que empezaron a recitarlo de manera corrida y tuvimos que controlar ese ritmo, hacer trabajo de campo, que se fijasen en cómo hablamos, en las pausas, los silencios… Creemos que ha funcionado”.

A451: ¿Cuánto tiempo llevó el rodaje?

O.C: “Rodamos durante cinco semanas, a pesar de que la película solo tiene 96 planos fijos. Sin embargo debido a la edad de los protagonistas, no se podía ir más rápido. Era una cuestión de respeto, no podíamos perjudicar su vida real”.

A451: ¿Fue sencillo para ellos meterse en los personajes?

O.C: “Fue complicado respecto al tratamiento de trasladar una realidad a la ficción. En la cultura aymara no existe el término de ficción o actuación, lo más cercano que encontramos era jugar, pero para ellos culturalmente jugar es parte de la realidad. Por ejemplo, si  juegas a tener riqueza es porque eso se va a cumplir. Cuando los abuelos se enteraron de que iba a ser un “juego” trágico no les gustó mucho, les incomodó. Mi abuelo me dijo que no podía hacer eso”.

A451: ¿La película cuenta una realidad de Perú?

O.C: “Sí, esa realidad sin duda existe en Perú. Estamos hablando de un país con un bajo nivel económico. Yo considero que un país es tercermundista por la falta de identidad de sus habitantes, por la falta de conciencia, no ser conscientes del valor cultural que se posee”.

A451: Entonces ¿se está perdiendo esa cultura? ¿Qué se hace a nivel institucional para evitarlo?

O.C: “Sí, se está perdiendo esta cultura. El Gobierno está haciendo los esfuerzos por revalorizar y restaurar esos conocimientos ancestrales. Ojalá que todo se tome en serio”.

A451: ¿Es realmente la primera película rodada en lengua aymara?

O.C: “En Perú sí está considerada como la primera película hablada íntegramente en aymara. Pero yo sí tengo conocimiento que en Bolivia sí se han hecho películas en aymara, aunque no sé si son íntegramente rodadas en este idioma”.

A451: ¿Cómo es la experiencia de rodar en Perú?

O.C: “Es complicado rodar cine en Perú, pero yo creo más en el empeño y la pasión que tiene un realizador para rodar una película. A pesar de lo que pueda parecer, lamentablemente, la digitalización ha facilitado mucho las cosas y muchos realizadores se han confiado con estas nuevas tecnologías y han descuidado el rigor técnico y artístico en sus producciones, por eso digo lamentablemente. Esperemos que esto pueda superarse y regrese la edad de oro del cine peruano donde se hacían producciones muy cuidadas a pesar de los recursos limitados”.

A451: ¿Cuántas películas se ruedan anualmente?

O.C: “Actualmente se producen cada año entre 20 y 30 películas en Perú, pero de una calidad desigual, las hay de gran calidad pero otras no tanto”.

A451: ¿En cuántos países se ha podido ver ya ‘Wiñaypacha’?

O.C: “No sé exactamente el número de países donde se ha podido ver la película, pero sinceramente no me esperaba esto. Mi idea solo era hacer una buena película que fuera bien en mi país, quedar bien con el Estado que me había confiado un dinero para poder hacer la película. Todo lo demás es una satisfacción extra”.

A451: ¿Se ha estrenado comercialmente en Perú?

“Sí, se estrenó en Perú comercialmente y fue muy bien, mucho mejor de lo que esperábamos. Fue muy bien en comparación con otras producciones del mismo estilo. Nos sorprendió mucho, hubo multitud de personas que se identificaron con la película y no solo gente con vínculos rurales, también gente de la ciudad. Cuando se pasó en Guadalajara, en México, una señora tras la proyección se dirigió a mí emocionada, para decirme que vivía en una ciudad muy poblada pero desértica en cierto modo, porque vivía a 25 minutos de su madre y solo iba a visitarla dos o tres veces al año”.

Óscar Catacora y el académico y miembro de la Junta de la Academia del Cine español, Carlo D’Ursi.

“Sinceramente, creo que ‘Wiñaypacha’ cuenta una historia universal. Podría ocurrir en cualquier lugar del mundo. Es una historia muy local que se convierte en universal. Wiñaypacha’ significa en lengua aymara tiempo eterno o mundo eterno. El término que más se aproximaba en un lenguaje más universal es eternidad”

A451: ¿Y a partir de ahora qué?

O.C: “Mi mayor deseo es que la cultura aymara se visibilice a través de la cinematografía. Me alegra que lo estemos consiguiendo, estamos enseñando al mundo que estos pueblos poseen una gran riqueza cultural y conocimiento. Puede ser una alternativa al ritmo de vida frenético que se lleva en todo el mundo. El hecho de que el hombre del Ande conviva en armonía con la naturaleza para mí es un ejemplo, una solución”.

Óscar Catacora, con Javier Corcuera

A451: ¿Cuál es la estrategia para España?

O.C: “En España estamos trabajando con Quechua Films, para que la película tenga un estreno en salas comerciales. Uno nunca sabe sobre todo con una película muy pequeña como esta. Ojalá se pueda ver en una sala de cine aquí. Para mí el cine es una obra que genera sensaciones pero que tiene que verse en una pantalla de cine que es el lugar para el que fue creado”.

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1 COMENTARIO

  1. Ojala pueda ver la película en Madrid, a través del trailer parece una peli interesante y bien hecha, en todo caso felicitaciones al director por el gran esfuerzo de realizar esta película, suerte.

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