‘Blackhat, amenaza en la red’ – estreno en cines 30 de enero

El FBI contra los ciberdelincuentes.

Junto a Chris Hemsworth está la actriz Viola Davis, nominada al Oscar, en el papel de Carol Barrett, la agente especial del FBI encargada de reunir al grupo que perseguirá a los ciberdelincuentes; Tang Wei (‘Deseo, peligro’, ‘Dragón)’ como Chen Lien, una brillante ingeniera informática con nervios de acero que se convierte en la amante de Hathaway, y Wang Leehom (‘Deseo, peligro’, el próximo estreno ‘Annihilator’, de Stan Lee) como el capitán Chen Dawai, el hermano de Lien y mejor amigo de Hathaway, con el que compartía habitación en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y que se encargó de que le liberaran.

BLACKHATHong Kong – unos piratas informáticos entran en los ordenadores de la central nuclear Chai Wan. Un malware (software malicioso) de acceso remoto abre una puerta trasera permitiendo que entre una carga mayor de malware y destruya el sistema de refrigeración de la central, consiguiendo que un edificio de contención se agriete y esté a punto de provocar la fusión nuclear. Sin embargo, no hay demanda económica ni declaración política alguna. El motivo del ataque es un misterio. Un grupo de oficiales de alto rango del Ejército Popular de Liberación encarga a Chen Hawai, un capitán de la unidad de ciberdefensa, que busque al culpable. A continuación, entran en el sistema de la Bolsa de Chicago y los futuros de la soja se disparan en cuestión de 24 horas.

Una experta agente especial del FBI llamada Carol Barrett convence a sus superiores de que debe trabajar con el equipo chino de ciberdefensa, ya que ambos países han sufrido un ataque. Pero el capitán Chen es muy diferente de lo que Barrett espera. Ha estudiado en el MIT, habla inglés perfectamente y, nada más empezar, insiste para que los estadounidenses liberen a Nicholas Hathaway, un famoso pirata informático encerrado en una cárcel federal.

Hathaway, que nunca ha hecho caso a la autoridad, sale de la cárcel con una nueva oportunidad: si descubre a los autores del malware y los encuentra, podrá rehacer su vida. De golpe, pasa del claustrofóbico entorno en que vivía al caos de la libertad, sin tiempo para acostumbrarse, pero tendrá una ayuda inesperada de la joven hermana de su mejor amigo, la ingeniera informática Chen Lien.

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Hathaway, Lien y Chen se unen a Barrett y a Mark Jessup (Holt McCallany, ‘Gangster Squad: Brigada de élite’), el subjefe de policía que arrestó a Hathaway, con el fin de identificar y detener a una peligrosa y veloz organización de ciberdelincuentes que opera desde un punto desconocido. Son fantasmas que mandan software malicioso a través de diferentes servidores para que nadie los localice.

El grupo sigue unas escurridizas pistas digitales desde Chicago a Los Ángeles, y de allí a Hong Kong, Malasia y Yakarta, en busca del enemigo, que acaba por descubrir a sus perseguidores y los convierte en presa. Mientras Hathaway y sus compañeros recorren Asia, el expirata informático está cada vez más convencido de que el plan de los ciberataques es mucho mayor, mucho más oscuro y sorprendente de lo que habían imaginado.

Los conflictos iniciales del grupo cambian a medida que se conocen y convierten en un equipo unido de reacción inmediata, y que el peligro de un mayor ataque se hace cada vez más patente.

Con este thriller de acción centrado en la metamorfosis tecnológica a nivel mundial, Michael Mann ha realizado su proyecto más ambicioso hasta la fecha: 66 días de rodaje en 74 decorados repartidos en cuatro países, con un recorrido de más de 16.000 kilómetros. Numerosas localizaciones nunca habían sido testigos de una producción de tal magnitud, que debía llevarse a cabo dentro de un calendario muy estricto. Con el apoyo de un talentoso equipo y de dos supervisores de efectos visuales, el oscarizado John Nelson (‘Gladiador’, ‘Iron Man’) y Philip Brennan (‘Blancanieves y la leyenda del cazador’, ‘Lobezno inmortal’), Michael Mann superó los obstáculos de un rodaje tan complicado.

La historia empieza en Chicago, pero el rodaje empezó en Los Ángeles, donde se filmó en 11 decorados durante 15 días, desde grandes edificios de oficinas del centro de la ciudad y restaurantes en el barrio coreano, hasta las pintadas de los grafiteros en los barrios de Los Ángeles Este.

Michael Mann dice que tuvieron la suerte de encontrar localizaciones fascinantes en Asia: “La ingeniería civil de Hong Kong es extraordinaria, sobre todo la forma de separar a los peatones del tráfico rodado. En cualquier espacio disponible hay un pequeño parque con barandillas y un piso especial para que la gente mayor ande cómodamente. Mientras localizábamos en la bahía, descubrimos algo que parecía un grupo de esculturas de Brancusi, pero eran los desagües del colector de aguas pluviales instalado al pie de la colina. Su espectacularidad hizo que acabáramos rodando allí mismo. Para llegar, había que descender por una rampa helicoidal de seis pisos”.

El rodaje en Hong Kong, una ciudad de más de siete millones de habitantes y seis mil rascacielos, empezó en lo más alto, en el bar del hotel Ritz-Carlton, situado en el piso 118, desde el que se domina toda la isla y la costa de una de las civilizaciones más antiguas del mundo. La naturaleza cambiante de Hong Kong, que pasó de colonia británica a ser una de las dos regiones administrativas especiales de la República Popular China, era el telón de fondo perfecto para un momento crucial de la película.

Durante 26 días, el reparto y el equipo se abrieron paso entre populosos mercados, helipuertos, el puerto con más tráfico del mundo, antiguos barrios y modernos edificios, desde las colinas más altas hasta el mar, aprovechando las imponentes vistas de Hong Kong. Teniendo en cuenta las escenas que se desarrollan en la isla, Michael Mann quiso que ocurrieran muchas cosas dentro de cada plano. El diseñador de producción Guy Hendrix Dyas se sirvió de un complejo método de solapamiento para conseguirlo, y el director de fotografía Stuart Dryburgh y el realizador optaron por objetivos largos.

Una dificultad añadida fue la humedad que hay en verano y las estrechas calles siempre llenas de gente. Pero, tal como explica Chris Hemsworth, era un reto perfectamente estudiado e intencionado. “Michael encontró un cuarto en un hotelucho de mala muerte, con paredes desconchadas y olores nada buenos que ninguno de nosotros era capaz de reconocer”, explica, riendo, al describir el claustrofóbico decorado que sirvió de piso franco al equipo de ciberexpertos. “Además, era ruidoso, había neones por todas partes, ruidos, movimiento. Y de pronto comprendes que Michael lo ha escogido a propósito, que con él no se deja nada al azar”.

Después de Hong Kong se trasladaron a la costa noroeste de Malasia para rodar las devastadoras consecuencias del funcionamiento defectuoso de la central nuclear. “La historia lleva a Lien y a Hathaway a un lugar muy extraño de Malasia llamado Perak, con un paisaje lunar debido a las minas de estaño”, explica Michael Mann.

A continuación sobrevolaron el estrecho de Malaca, que lleva al mar de Java, para rodar en Yakarta, Indonesia, donde la película llega a su apoteosis. “Van de Hong Kong a Malasia y, finalmente, a Yakarta, una ciudad de veinte millones de habitantes durante el día y de diez millones por la noche, ya que la mitad de la población vive fuera de la ciudad”, dice el director y productor. “En este sentido, es como Chicago, pero resulta un lugar extraño porque está compuesto por las numerosas culturas que pueblan Indonesia”.

El rodaje en la capital de Indonesia duró diez días durante los cuales el equipo pasó de un decorado a otro en la animada ciudad, desde un rascacielos sin terminar de construir, una estructura abandonada y fantasmagórica, a los barcos “bugis” con sus profundos cascos pintados a rayas atracados en el puerto de Kota, en la ciudad antigua, lo que los holandeses llamaban Batavia y los indonesios llaman Sunda Kelapa. Michael Mann y su equipo superaron los obstáculos que presenta una ciudad cuyas calles están abarrotadas de coches y motocicletas en las que van familias de hasta cinco miembros.

A pesar de albergar una pequeña aunque enérgica comunidad cinematográfica, no se había rodado ninguna producción hollywoodiense en Yakarta. Incluso la película del año 1982 dirigida por Peter Weir ‘El año que vivimos peligrosamente’, sobre la lucha por la independencia y que supuestamente transcurre en Yakarta, se rodó en otros decorados debido a las amenazas de los extremistas. Muchas personas le habían dicho al realizador que era imposible rodar allí, pero él se sintió atraído por la intensidad y vitalidad de la ciudad. También le impresionó la paleta de colores, con el verde de los edificios oficiales, el rojo y ocre de los hoteles, y los amarillos saturados de los anuncios de neón. Michael Mann se sintió como en casa.

Indonesia es el cuarto país más poblado del mundo y su ritmo es único. Michael Mann, que nació en Chicago, nunca ha podido resistir la intoxicadora energía que desprende la vida urbana, algo que Yakarta tiene de sobra, por lo que estaba decidido a encontrar la forma de rodar en la ciudad. Entabló relaciones con el gobierno y empresarios para conseguirlo.

Los últimos cuatro días en la ciudad más poblada del sureste asiático transcurrieron en el césped de Lapangan Banteng, o plaza Papúa, rodando una de las escenas más ambiciosas de la película, el encuentro entre los dos hombres en torno a los que gira la historia, Hathaway y su formidable oponente, el misterioso Sadak. En una plaza alargada en la que se encuentra el monumento a la Liberación de Irian Jaya, Michael Mann reunió a 3.000 figurantes vestidos con diversos ropajes tradicionales – debidamente supervisados por la tres veces oscarizada diseñadora de vestuario Colleen Atwood – bajo la sombra de un hombre musculoso de bronce de 20 metros de alto que rompe los grilletes del dominio colonial. “Simboliza la liberación del pueblo de Papúa de los colonos holandeses”, explica un miembro del equipo local, que añade, con la característica ironía de las personas que viven en una encrucijada histórica: “Pero ¿son libres ahora? No lo sé”.

Hathaway y Sadak se encuentran por fin en medio de una gran fiesta popular. El momento queda atrapado entre una coloreada y ruidosa multitud, mientras centenares de hombres con antorchas hacen flotar monstruos y dragones, y cientos de mujeres bailan al son de la disonante música indonesia.

Nuestro protagonista llega a la plaza con unas cuantas revistas pegadas al cuerpo para protegerse y un destornillador afilado, similar a los que se usan en las cárceles, como arma. “Está a punto de meterse en un tiroteo entre seis hombres y no tiene nada más”, dice Chris Hemsworth. La escena cobra vida con la extraña y preciosa recreación de la fiesta. “Me fascina el contraste, sobre todo porque, en ese momento, no queda mucha esperanza”, sigue diciendo el actor. “Pasamos de un mundo técnico, digitalizado, a una ceremonia tradicional muy antigua. No suele verse algo parecido. Michael creó una escena a una escala increíble, con miles de figurantes, ropa, bailarines, enormes marionetas. Era una maravilla”.

En agradecimiento a la enorme ayuda y cooperación que la ciudad de Yakarta prestó a los cineastas, Michael Mann invitó a varias personas a visitar el rodaje, algo muy poco habitual en él. Entre los invitados estaba el muy popular gobernador de Yakarta, Joko Widodo, que posteriormente se ha convertido en presidente de Indonesia.

Después de Yakarta se trasladaron a Kuala Lumpur, Malasia, para terminar el rodaje de ‘Blackhat, amenaza en la red’, de Legendary Pictures. Allí, entre otras cosas, el equipo tiró un camión desde el tejado de un aparcamiento a través de un muro de cemento. El vehículo cae diez metros hasta el tejado de un edificio, donde rebota y cae otros cuatro metros antes de llegar a la calle. Todo se rodó en decorados naturales.

Además de lanzar vehículos desde edificios, el rodaje de la veloz persecución requirió una amplia gama de medios de transporte: motos, coches, helicópteros, aviones y barcos de todos los tamaños. Para rodar la breve escena en la que se deniega la entrada al puerto a un barco al perder su seguro porque el valor de la carga se ha duplicado inexplicablemente, el director decidió usar un buque de carga de 120 toneladas, el segundo mayor del mundo.

La coreografía durante la persecución entre el grupo de Hathaway, Cheng y su gente en Hong Kong, y los matones de Kassar es perfecta. Michael Mann y su equipo siguieron a los protagonistas por las callejuelas del pueblo marítimo de Shek O, a través del puerto de contenedores de la ciudad, hasta el moderno desagüe pluvial y, posteriormente, hasta Puerto Victoria. Consiguieron rodar la increíble secuencia en uno de los puertos con más tráfico del mundo usando once barcos, entre ellos dos para las cámaras y siete de apoyo lanzados a más de 30 nudos.

Tang Wei, refiriéndose a los traslados constantes, dice, con una sonrisa: “Probamos muchos tipos de transporte, y en un solo día conseguimos usarlos todos”.

Dirección: Michael Mann.

Año: 2014, Estados Unidos.

Reparto: Chris Hemsworth, Viola Davis, Wei Tang, Leehom Wang, Andy On, Ritchie Coster.

Producción: Jon Jashni, Michael Mann y Thomas Tull.

Distribución: Universal Pictures International Spain.

Estreno: 30 de enero de 2015.

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