Comienza el rodaje del largometraje ‘Retrato de mujer blanca con pelo cano y arrugas’, dirigida por Iván Ruiz Flores y producida por Potenza

El pasado 25 de julio comenzó el rodaje del largometraje ‘Retrato de mujer blanca con pelo cano y arrugas’, dirigido por Iván Ruiz Flores y protagonizado por Blanca Portillo. Se trata de una producción de Potenza Producciones, junto a Amania Films y Atlantic Film Experience, que cuenta con el patrocinio de Liposomial, Muroexe y Cabreiroa y el apoyo de ICAA y la Comunidad de Madrid.

Junto a Blanca Portillo completan el reparto Carmen Esteban, Carlo D’ursi, Ana Wagener, Manuel Morón y la participación especial de Imanol Arias. El guión es obra del propio Iván Ruiz Flores junto a Ana González Gutiérrez y la producción corre a cargo de Carlo D’Ursi, David P. Sañudo, Agustín Delgado Bulnes, Elena Maeso, Gregorio Sacristán, Iván Ruiz Flores e Iñigo Hualde, que también se encarga de la dirección de fotografía.

La dirección artística es obra de Itziar Sagasti y el montaje de Julia Juániz. Por su parte, Roberto Roldán se ha encargado del sonido, Johana Trujillo del maquillaje y peluquería y Rocío Pérez Plá del vestuario. El filme participó en la cuarta edición de Ventana del Cine Madrileño y obtuvo 120.000 euros en las ayudas selectivas del ICAA del año 2018.

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«‘Retrato de mujer blanca con pelo cano y arrugas’ es una película única, compuesta exclusivamente por 71 planos fijos, cada uno de ellos inspirados en un cuadro del pictorialismo danés, con una protagonista como Blanca Portillo y un reparto de primera liga que lo ha apostado todo en un proyecto arriesgadísimo. No es una película al uso», confiesa a Audiovisual451 el productor Carlo D’Ursi.

Julia ha esperado toda su vida para poner fin a su labor como profesora de escultura y empezar a dedicarse a su vida y obra. Hoy ya puede hacerlo. Se acaba de jubilar. Su madre, Marina, anciana nonagenaria, es una mujer golondrina. Vive un mes en casa de su hija Julia y el siguiente en la de Juan y Esther, hijo y nuera. Así lleva ya casi tres años. Hastiada por la situación, y aprovechando la jubilación de Julia, Esther decide que no se quedará más en su casa.

Julia se ve obligada entonces a dejar nuevamente sus anhelos en espera para quedarse al cuidado de su madre. Para ayudarle contratará a Miguel, un experto cuidador, que se convertirá además en su confidente y su único amigo. Pero la convivencia entre madre e hija adopta formas que Julia no es capaz de moldear. Atrapada en la nueva situación, Julia tratará de encontrar una salida.

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