Este viernes, 12 de diciembre, llega a las salas de cine ‘Balearic’, tercer largometraje dirigido por el cineasta vasco Ion de Sosa (‘Sueñan los androides’), de la mano de Silencio Films. Se trata de una producción de Jaibo Films, Apellaniz & de Sosa y Umbracle Cine, en coproducción con la francesa La Fabrica Nocturna Cinéma.
Este drama fantástico de 74 minutos, cuyo rodaje ha tenido lugar en localizaciones de País Vasco y Comunidad Valenciana, presenta un reparto encabezado por Lara Gallo, Elías Hwidar, Ada Tormo, Paula Gala, María Llopis, Luka Peros, Christina Rosenvinge, Sofía Asensio, Manolo Marín, Moisés Richart, Lorena Iglesias, Julián Génisson, Pili Guerra, Federico Madrid, Héctor Arnau, Marta Bassols y Zorion Eguileor.

Firman el guion de ‘Balearic’ Chema García Ibarra, Lorena Iglesias, Julián Génisson, Juan González y el propio De Sosa, que tiene en su haber una nominación al Goya a Mejor Cortometraje de Ficción por ‘Mamántula’ (2025) y ha desarrollado en paralelo una trayectoria como director de fotografía, de la mano de títulos recientes como ‘El fantástico caso del Golem’, ‘La Parra’ y ‘Ariel’. Mientras, su socia Leire Apellaniz, Miguel Molina, Marina Perales y Xavier Rocher son los productores del filme, que cuenta con el apoyo del ICAA, el Institut Valencià de Cultura (IVC), el Gobierno Vasco, À Punt, Crea SGR y Triodos Bank, así como con la distribución internacional de Morethan Films.
Dentro del equipo técnico, Óscar Santamaría ejerce como ayudante de producción, Cris Neira es la directora de fotografía, Xenia Rubio firma la música, Sergio Jiménez se encarga del montaje, y Yago Cordero, del sonido. Por su parte, la dirección de producción corre a cargo de Leire Apellaniz y Mamen Tortosa, la dirección artística está liderada por Carmen Maín, el vestuario es obra de Cristina Malcorra, el maquillaje y la peluquería son responsabilidad de Bea Gómez, y la dirección de casting, de Blanca Javaloy.
Tras pasar por festivales como Atlàntida Mallorca Film Fest (Premio Mallorca Talents Lab 2021), Locarno, Londres (BFI), Sitges, Abycine o Tesalónica, ‘Balearic’ participó en la 63ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón/Xixón (FICX), dentro de la sección Generación Mutante. Coincidiendo con su estancia en la ciudad asturiana, Audiovisual451 tuvo la oportunidad de conversar con Ion de Sosa.

Audiovisual451: ¿Cómo defininirías ‘Balearic’?
Ion de Sosa: «‘Balearic’ es una película dividida en dos partes. Una de ellas habla de la incomunicación entre generaciones, es decir, de cómo a una determinada edad dejamos de escuchar y de relacionarnos con la generación posterior, de manera que lo que proponemos son dos películas que prácticamente no se comunican entre sí. Durante los primeros veinte minutos, la película tiende una trampa a sus jóvenes protagonistas, les pone en un aprieto del que el espectador va a querer saber cómo van a salir. Pero, en ese punto, introducimos otra película encabezada por unos adultos que viven en una especie de limbo, de espaldas a lo que ocurre fuera de sus casas. Ellos ven un incendio en la lejanía y no le hacen ningún caso porque saben que está lo suficientemente lejos como para no resultar peligroso.»
A451: La película abarca temas que son un retrato del momento actual…
I.D.S.: «Aprovechando la libertad que nos daba esa elección de hacer dos películas distintas en una sola, se abrió un escenario que nos ha permitido aprovechar el contexto en el que vivimos. ‘Balearic’ habla del difícil acceso de los jóvenes, y los no tan jóvenes, a la vivienda; del ansia de poder de la gente que está detrás de los grupos de inversión; o de las guerras salvajes que no paran y los crímenes que se están cometiendo contra muchos niños. En definitiva, la película reflexiona sobre el giro que damos las personas a medida que vamos madurando; de hecho, cuando quería vender la película, decía mucho que, cuando tienes 18 años, quieres cambiar el mundo, mientras que, cuando llegas a los cuarenta, lo que quieres es una piscina. Ese es el trasfondo de ‘Balearic’: qué nos pasa por dentro para dejar de preocuparnos por el bien común cuando nos hacemos mayores.»
A451: Vuelves a dirigir un largometraje después de unos años, ¿por qué ahora?
I.D.S.: «El último largometraje que dirigí, ‘Sueñan los androides’, data de 2015, y también habla de la crisis social que vivía España en aquel momento, en el cual los jóvenes se veían obligados a dejar su hogar para buscar un futuro mejor. Entre medias, he dirigido dos proyectos: el cortometraje ‘Leyenda dorada’, junto a Chema García Ibarra, y ‘Mamántula’, un mediometraje muy atrevido y explícito que pasó hace dos años por el Festival de Gijón. Lo cierto es que he estado trabajando en ‘Balearic’ durante los últimos cinco años, aunque en el transcurso se coló ‘Mamántula’, porque era más fácil de hacer y de financiar.»
A451: ¿Cuál es el origen del proyecto?
I.D.S.: «Cuando yo vivía en Barcelona, salía mucho con un amigo mío, Manolo Vázquez. Él tenía la idea de unos perros que asediaban a unos chavales dentro de una piscina, y siempre le decía que podría ser una gran historia. Yo le animaba a construir una película, hasta que me dijo que, si tanto me gustaba su premisa, la hiciera yo mismo. Entonces, firmamos un acuerdo por el que yo le compré la idea y, a partir de ahí, empecé desarrollar el guion junto a Juan González, de Burnin’ Percebes, a quien se fueron sumando más escritores durante el proceso, todos ellos colaboradores habituales míos: Chema García Ibarra, Julián Géneisson y Lorena Iglesias. Cuando cumplí 40 años, empecé a preguntarme, partiendo de la idea de Manolo, qué es lo que está ocurriendo con cuestiones como la propiedad privada, el acceso a la vivienda y la codicia de algunas personas que no quieren dejar nada para los demás. ‘Balearic’ pretende hacer reflexionar al espectador sobre en qué lugar se encuentra en ese amplio espectro de personajes que aparecen en la película.»
A451: ¿Cómo fue el proceso para armar la financiación de la película?
I.D.S.: «Fue un proceso largo. Esta película ha contado con una ayuda al desarrollo y a la producción del Gobierno Vasco, así como con el apoyo de À Punt y la Comunidad Valenciana, que es donde hemos rodado, con un casting valenciano en un 60 %. Completan el puzle Filmin, gracias a que recibimos un premio en el marco de Atlàntida Film Fest, y unos coproductores franceses. El caso es que fuimos recopilando ayudas hasta que llegó el momento de arrancar la producción, dado que los primeros apoyos que conseguimos exigían unas fechas de entrega, y no queríamos renunciar a ninguno de ellos. Aunque parezca una locura, hace justo un año estábamos terminando el trabajo de sonido.»
A451: ¿Resultó compleja la confección del reparto?
I.D.S.: «Empezamos con el casting de los actores jóvenes, por lo que guardo un recuerdo bonito del proceso. Nuestra directora de casting se encargó de hacer un primer filtrado, antes de abrir una convocatoria abierta en Comunidad Valenciana, en la que lanzamos una serie de preguntas a los candidatos, como qué era lo mejor y lo peor de la generación de sus padres. Luego, citamos a unos 20 o 25 chavales y les dimos el texto, con un margen de tiempo para que pudieran desarrollar sus propias ideas, y acabamos formando un grupo con las cuatro personas que más nos encajaban. Por otro lado, el casting de los adultos consistió en arrastrar a amigos que ya habían trabajado conmigo en otras películas, como ‘Mamántula’ o ‘Sueñan los androides’. Contamos con nombres con una cierta experiencia escénica o performativa, aunque no siempre delante de una cámara, como es el caso de Héctor Arnau o María Llopis, quienes aportaron un poco de sí mismos a la película.»
A451: ¿Cuántas semanas duró el rodaje?
I.D.S.: «Fueron únicamente tres semanas de rodaje, dos semanas con los adultos y una con los jóvenes y los perros, algo muy complicado de gestionar, a priori. Rodamos entre mayo y junio de 2024, terminamos el montaje en agosto de ese mismo año, y durante el otoño, trabajamos en el sonido y los efectos especiales. Todo fue muy, muy rápido.»
A451: ¿En qué localizaciones transcurrió?
I.D.S.: «Adrià Lucas, nuestro jefe de localizaciones, venía de trabajar en la serie ‘La Ruta’, también rodada en Valencia, por lo que conocía al dedillo el territorio. La directora artística Carmen Main y yo valoramos las diferentes opciones que él nos mandó, y elegimos las que mejor casaban con nuestras intenciones. Tuvimos mucha suerte, porque dimos con una casa de lujo inconclusa y deshabitada que nos pareció perfecta, y a muy pocos kilómetros, encontramos tanto la casa de los adultos como el alojamiento para el equipo, todo en el interior de la provincia de Alicante; más concretamente, en municipios como Alcoy, Alcolecha y Penáguila. Buscábamos lugares que no distasen demasiado de lo que podría ser el interior de una isla como Mallorca o Ibiza, y creo que los terminamos encontrando.»
A451: ¿Tuvisteis que salvar algún obstáculo imprevisto?
I.D.S.: «En este sentido, la clave es contar con un ayudante de dirección muy bueno, y yo lo he tenido en la persona de Óscar Santamaría. Tuvimos que eliminar algunas secuencias, con el objetivo de adaptar la película al tiempo de rodaje del que disponíamos, y para ello fue fundamental también la ayuda de Julián Géneisson y Lorena Iglesias, actores y al mismo tiempo coguionistas de la película. Además, Óscar fue capaz de manejar los tiempos que nos daba el coordinador de secuencias con animales, Andrés Albarracín, para saber con antelación cuánto íbamos a tardar en rodar los efectos de los perros. El principal inconveniente fue que se puso a llover a mitad de rodaje, y en cuanto paraba un rato, estábamos todos listos para colocar espejos que reflejaban el sol, calentábamos el suelo para que se evaporase el agua y hacíamos tomas lo más cortas posible. Cuando se secaba el entorno, hacíamos planos algo más amplios, de manera que nos fuimos adaptando.»

A451: Dicen que fue Alfred Hitchcock quien afirmó eso de «nunca trabajes con niños, con animales o con Charles Laughton», ¿compartes su punto de vista?
I.D.S.: «Trabajar con los adolescentes ha sido un auténtico placer, porque todos son unos grandes profesionales. Sí que es verdad que rodar con perros ha sido más complejo, pero gracias a que nos hemos dejado asesorar por los expertos adecuados, creo que es algo que se puede asumir. El caso es no obcecarse en conseguir un plano exacto, porque puede que tengas que dar por perdido mucho material; lo que hay que hacer es fragmentarlo todo mucho para conseguir planos válidos, y luego poder hacer la magia en el montaje.»
A451: ¿Y qué tal se desarrollaron el montaje y la postproducción?
I.D.S.: «De nuevo, solo contábamos con cuatro o cinco semanas para terminar el montaje, por lo que no pudimos explayarnos demasiado, ni ponernos a probar cosas nuevas o dejar unos días la película en barbecho para retomar el trabajo después, que es lo ideal. A pesar de todo, estoy contento con el resultado, cuyo mérito corresponde al montador, Sergio Jiménez. También estoy muy satisfecho en lo que respecta al sonido y la postproducción, lo que quiere decir que le película se parece mucho a lo que un día soñé que iba a ser.»
A451: Esta película tiene una duración bastante menor que la media actual…
I.D.S.: «Sí, y eso se debe también, en buena medida, a los tiempos ajustados de rodaje. La idea inicial era hacer una película más estandarizada, de unos 90 minutos, pero como tuvimos que recortar algunas secuencias para cumplir los plazos, al final quedó una película un poco más corta. A esto se suma que tampoco queríamos dilatar la historia innecesariamente, ya que soy una persona a la que le gusta trabajar con tiempos honestos, más allá de lo aconsejable a nivel comercial, como ya se vio en mis películas anteriores: ‘Sueñan los androides’ dura 63 minutos, y ‘Mamántula’, 50 minutos. En el caso de ‘Balearic’, los productores me dieron la libertad de rodar lo que quisiera, con la condición de que durase más de 70 minutos. Muchas veces, no se sabe dónde colocar la frontera entre el mediometraje y el largometraje, porque es algo cada vez más difuso.»
A451: ¿Cambia tu forma de pensar cuando trabajas como director de fotografía?
I.D.S.: «Yo creo que ambas facetas se ayudan mutuamente. Cuando trabajo como director de fotografía, leo los guiones con mucha atención y sugiero dónde podríamos incluir una imagen que aporte a la historia, siempre escuchando primero a los directores para entender cuál es su planteamiento. Es decir, una vez estoy dentro de esa planificación, intento enriquecer el proceso, señalando si hay algo en la narración que me parece demasiado explícito, o todo lo contrario; si hay cosas que creo que no se entienden bien; o si hay algo que se podría reforzar porque interesaría saber más sobre dicha cuestión. En mi labor al frente de la fotografía, trato de enterarme bien de cuáles son las películas de referencia del director, mientras que cuando soy el director, intento explicarme lo mejor posible para que me entiendan y me dejo llevar por las propuestas de los técnicos que me rodean, que siempre tienen muchísimas cosas que aportar desde su propio talento.»

A451: ‘Balearic’ ha pasado ya por muchos festivales, ¿qué tiene de especial Gijón?
I.D.S.: «Soy amigo de Alejandro Díaz Castaño, el actual director del FICX, desde hace mucho tiempo, cuando formaba parte del equipo del Festival de Sevilla, por lo que reencontrarme con él y con toda su gente siempre es algo bonito. Gijón es un festival para descubrir nuevos directores que vienen a presentar sus primeros trabajos, y es en lugares como este donde puedo acceder a películas que igual no vería en otro contexto.»
A451: ¿Queda alguna parada más en el mercado de festivales?
I.D.S.: «Hemos pasado por Locarno, Sitges, el BFI de Londres y Tesalónica, y antes de que termine el año, vamos a estar, entre otros certámenes, en el festival Márgenes de Madrid. La fecha clave es, sin duda, el 12 de diciembre, el día de nuestro estreno en salas.»
A451: ¿Con cuántas copias llegaréis a los cines?
I.D.S.: «Todavía no sé en cuántas salas vamos a estrenar exactamente, pero esperamos que sean muchas, y alguna de ellas aquí, en Gijón. Durante estas próximas semanas, voy a dedicarme a asistir a unos cuantos coloquios, en una especie de gira, para darle mayor visibilidad a la película y que pueda permanecer en las salas el mayor tiempo posible.»
A451: Las estrategias de promoción son algo a tener cada vez más en cuenta…
I.D.S.: «Efectivamente, y nosotros queremos seguir la estela de lo que se lleva en este momento en el cine independiente, que es que el director esté presente en los pases, de manera que se conviertan en eventos, porque esta es la única vía para intentar competir con producciones más grandes. Además, en nuestro caso, los coloquios posteriores van a completar los minutos que le faltan a la película para alcanzar una duración estándar. Yo estoy encantado de participar, porque me gusta mucho compartir todos los procesos.»
A451: ¿Os resultó muy complicado encontrar distribuidora?
I.D.S.: «Hemos tenido la suerte de que uno de los socios que ha participado en la película, Miguel Molina, acaba de fundar su propia distribuidora, Silencio Cinema, y va a debutar con ‘Balearic’. Como es la primera película que van a distribuir, la están moviendo con muchas ganas, y además, tenemos también la carta de Filmin, que coproduce y será la primera ventana donde se podrá ver, una vez concluido el recorrido por festivales y salas.»

A451: ¿Puedes avanzarnos algo sobre las ventas internacionales de la película?
I.D.S.: «Tenemos a Morethan Films como distribuidora internacional y ya estamos intentando venderla. Todavía no hay nada cerrado, pero esperamos que en el transcurso del circuito de festivales alguien se interese y quiera estrenarla fuera de España.»
A451: ¿Cuáles son los próximos proyectos que tienes sobre la mesa?
I.D.S.: «Vamos a producir un nuevo cortometraje de María Herrera, que precisamente este año ha presentado otro corto en Gijón. Ya trabajamos juntos en ‘Cuento de una noche de verano’, y me hace mucha ilusión volver a colaborar con ella en este nuevo proyecto, que esperemos que sirva como palanca para sacar adelante su primer largometraje, en el que lleva tiempo trabajando. Por otro lado, Julián Géneisson tiene entre manos un guion fantástico titulado ‘Identikit’, y yo me voy a encargar de la dirección de fotografía, y luego, Chema García Ibarra está trabajando en una película que se llama ‘Daemon vortex’, y que esperamos poder producir desde Apellaniz y de Sosa, como ya ocurrió con su anterior largo, ‘Espíritu sagrado’. Pero, por si fuera poco, mi socia, Leire Apellaniz, va a lanzarse a la dirección con ‘Zuria’, una película en euskera que va a rodarse en Bilbao. No todos estos proyectos tienen cerrada su financiación para rodarse inmediatamente, pero ese es el escenario que se nos presenta de cara al 2026 y el 2027. Tengo muchas ganas de involucrarme en todos ellos hasta donde me dejen, y ayudar a que se produzcan.»



