Raimundo Hollywood: ¡Mamma Mia! Un, dos…¿tres?, con Ovedito otra vez

Seguimos de veranito. Y con la inundación de películas palomiteras y de botijo (imagen romántica donde las encuentres) y cargados de pipas en el cine de verano, ‘Mamma Mía, una y otra vez’ no podía ser más adecuada para dejarse el cerebro a la puerta y disfrutar con las canciones de ABBA que la película, tampoco da para más.

Pero Ovedito, todo un profesional del cine, quiso ir más allá… y al filo de la noticia se nos fue a Estocolmo para visitar el museo que los miembros del grupo ABBA tienen en la ciudad sueca, para gloria del lamé y los zapatones de plataforma.

El museo no tiene desperdicio. Te lleva desde el comienzo de la banda en grupos más o menos folk, a su triunfo en Eurovisión con las licras ajustadas que convirtieron a Anneka, la rubiata del grupo en símbolo sexual europeo e inspiración de chistes de Forges, pasando por sus éxitos una vez disuelto el grupo en el teatro musical con ‘Chess’ y sus ‘Noches en Bangkok’.

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Encima el museo es interactivo y uno puede cantar ‘Dancing Queen’ como quinto miembro de ABBA, mezclar ‘Chiquitita’ en la misma mesa de mezclas que utilizaron Bjorn y Benny o hacerse fotos delante de las figuras de cera de sus componentes o del famoso teléfono rojo de la canción ‘S.O.S.’

Aunque en este caso Ovedito tuvo la ocasión de retratarse de verdad con los dos chicos del grupo, Benny  Andersson & Björn Ulvaeus, que en plena fiebre promocional le invitaron al espectáculo ‘MAMMA MIA LIVE’, que reproduce el hotel de la peli en una fiesta amenizada por ‘Donna and the Diamonds’ y hace partícipe a la audiencia de una verdadera fiesta de boda griega.

Ovedito, feliz como un conejo, alimentó por unas horas ese hortera que todos tenemos dentro y disfrutó como buen oso mitómano de la magia de las canciones pegadizas de ABBA y de la tienda de souvenirs del museo, que no se achanta ante nada a la hora de vender la discografía completa del grupo, un monopoli con sus efigies o el agua embotellada «oficial».

Un viaje a ese pasado de cuando pensábamos que Eurovisión vendía glamour.

Copyright de las fotos: R&R Communications.

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