‘Sicario’ – estreno en cines 13 de noviembre

Un crudo retrato de la guerra al narcotráfico.

En la zona fronteriza sin ley que se extiende entre Estados Unidos y México, Kate Macer (Emily Blunt), una idealista agente del FBI, es reclutada por Matt Graver (Josh Brolin), un oficial de las fuerzas de élite gubernamentales, para ayudar en la creciente guerra contra las drogas.

SICARIOLiderado por Alejandro (Benicio del Toro), un enigmático consultor con un pasado oscuro, el equipo se embarca en un viaje clandestino que obligará a Kate a cuestionarse todo aquello en lo que cree si quiere sobrevivir.

Juárez, México, se halla justo enfrente de El Paso, Texas, separadas únicamente por el río Bravo (o río Grande, según el lado de la frontera). Pero, para muchos de los que viven allí, está a un mundo de distancia. La antaño próspera localidad fronteriza ha acabado por conocerse como “la capital mundial de los asesinatos”, y muchos de sus habitantes viven atemorizados y, a menudo, en la más extrema pobreza. La ciudad estaba atestada de restos de maquiladoras de propiedad extranjera, recuerdos de una época de comercio global que acabó por abandonar el norte de México. Llegó un punto en que desaparecía tanta gente a diario… y aparecían de pronto tantos cadáveres de la nada… que estos sucesos dejaron de figurar en los titulares de prensa.

Aunque la tasa de asesinatos de Juárez ha descendido desde 2012, sigue siendo una de las ciudades más peligrosas del planeta para periodistas y forasteros que pretendan husmear, mientras no dejan de surgir nuevos cárteles. Así que, ¿cómo pretendía una gran producción de cine internarse en la peligrosa realidad de este mundo? No fue tarea fácil. Incluso la localización de exteriores pareció más bien una operación militar.

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El productor Basil Iwanyk recuerda: “Cuando decidimos ir a Juárez, no pudimos encontrar ni una sola agencia del orden estadounidense que nos diera el visto bueno para cruzar la frontera. Recurrimos a un intermediario mexicano que había logrado meter a un equipo de la CNN en Juárez hacía unos años y se puso en contacto con unos cuantos federales encubiertos que nos llevaron en coche por la ciudad. Llevaban subfusiles automáticos en la parte delantera del coche y nos dijeron cosas muy concretas, como que debería llevar unas gafas encima, ya que uso lentillas, por si acaso nos paraban y nos secuestraban. Conducíamos un todocamino blanco, porque solo los miembros de los cárteles usaban todocaminos negros y, si ibas en uno negro, podían atacarte”.

Durante seis intensas horas, al equipo de localización no se le permitió bajar del vehículo más que dos veces. Iwanyk recuerda: “Un Mustang blanco nos estuvo siguiendo porque estuvimos allí demasiado tiempo, pero el viaje fue decisivo para la película. Nos permitió entender cómo era Juárez. Ayudó a que cuajara la visión de Denis. Lo que te sorprende de Juárez es que la vida sigue, hay niños jugando a la pelota, gente ocupándose de sus quehaceres diarios, pero al mismo tiempo está ese velo de oscuridad y crimen que todo lo cubre”.

Todo el que fue a Juárez quedó muy impresionado. El productor Edward McDonnell cuenta: “Recuerdo preguntarle a los federales: ‘¿Cuál es la zona buena de la ciudad?’. Me respondieron: ‘La zona buena de la ciudad es donde no estén matando a nadie y la zona mala donde estén matando a alguien’. La verdad es que no hay zonas seguras en Juárez. Eso no es algo que se vea en las noticias. Puedes ver cifras de cuánta gente ha muerto en Juárez, pero no ves las vidas de la gente que hay detrás de todo eso”.

Aunque el rodaje no se realizó en las mismas calles de Juárez, sí que se filmó sobre Juárez, y el paisaje que vemos en la película es la auténtica Ciudad Juárez. La mayor parte del rodaje se realizó en Albuquerque (Nuevo México), El Paso (Texas) y Veracruz (México). Villeneuve quedó fascinado con el terreno fronterizo y se propuso captar la esencia dura y seca, pero lírica, de esas tierras baldías, un paisaje que parece reflejar la experiencia que está viviendo Kate. Reclutó a un equipo de colaboradores de confianza para dar vida a esas imágenes, entre los que se encuentran el director de fotografía nominado once veces al Óscar Roger Deakins, el diseñador de producción nominado al Óscar Patrice Vermette y la diseñadora de vestuario Renée April, cuyos trabajos abarcan desde el realismo de ‘Prisioneros’ a la desbordante fantasía de ‘El origen del planeta de los simios’.

“Los colores y las texturas de ‘Sicario’ se inspiran directamente en el desierto de Chihuahua”, comenta Villeneuve. “Quería que los personajes fueran siluetas aplastadas por el sol. Rodamos la película en la temporada de monzones, así que cada día se formaban nubes de tormenta que nos proporcionaban unos cielos asombrosos. El cielo se convirtió en un personaje silencioso de la película, una expresión poética del tormento interno y externo de Kate. El desierto es un lugar fascinante, porque es un espacio brutal e infinito, sumamente duro y crudo, que te obliga a sumirte en la introspección”, concluye Villeneuve. “Así es la frontera y tuvimos ocasión de experimentarlo”.

La imagen hiperrealista y de intenso brillo del filme se fraguó en estrecha colaboración con Deakins, que volvía a trabajar con Villeneuve después de ‘Prisioneros’. Elaboraron un minucioso storyboard de la película para preparar las precisas composiciones de los planos de Deakins. Ambos acordaron que la fotografía debía captar la incesante acción al máximo detalle, pero sin imprimirle ningún tipo de juicio de valor.

Deakins describe: “Jugamos con planos generales que permiten que la acción se desarrolle sin necesidad de múltiples cortes, y utilizamos colores vivos y puros. El tono general es naturalista”.

El director de fotografía tomó al Alejandro de Benicio del Toro como piedra angular desde el punto de vista visual de la película, un hombre que lleva la historia de la guerra contra las drogas escrita en el rostro y en su lenguaje corporal. “Para mí, la atmósfera de ‘Sicario’ procede de los personajes y, en concreto, del personaje de Benicio”, comenta Deakins. “Me imaginaba algo similar a ‘El silencio de un hombre (El samurái) o ‘Círculo rojo’”, prosigue, refiriéndose a los clásicos del cine negro de los años 60 de Jean-Pierre Melville. “Son películas que tienen un personaje central que puede ser frío y cruel, pero con el que al mismo tiempo se simpatiza”.

Deakins entrelazó los elementos primarios de la luz y la oscuridad a lo largo de la película, utilizando a menudo la luz de forma inesperada. “La que tal vez sea la escena más escalofriante de la película está iluminada con una fuente de luz suave y cálida”, señala. “Puede que no sea lo normal, pero creo que funciona como contrapunto que desafía las expectativas”.

El diseñador de producción Vermette, que también colaboró con Villeneuve y Deakins en ‘Prisioneros’, buscaba conseguir un realismo crudo en sus decorados. Encontró inspiración en el trabajo del fotógrafo callejero Alex Webb, referencia sugerida por Deakins, por las fotos vibrantes pero emotivas de Webb, que reflejan las paradojas de la vida en la frontera entre México y Estados Unidos. Igualmente, Vermette usó como inspiración los agudos contrastes del paisaje, los colores apagados del desierto y la bulliciosa vivacidad de Juárez.

Vermette eligió una paleta de beis y arena para el lado estadounidense, mientras que la paleta estalla en un caleidoscopio multicromático al otro lado de la frontera. “El aspecto austero de la DEA y los militares estadounidenses contrasta en México con una anarquía de colores y el caos urbano”, explica Vermette.

El mayor reto del diseñador fue hallar un modo de recrear el famoso Puente de las Américas, donde tiene lugar un gran tiroteo en medio de la intensa claustrofobia que producen 14 carriles congestionados de tráfico. El Departmento de Seguridad Nacional no iba a cortar el puente real, así que Vermette buscó otros posibles puentes en El Paso, pero acabó construyendo su propia reproducción. Se pavimentó con asfalto, se pintaron las líneas de separación que delimitaban los estrechos carriles, se envejecieron con manchas de aceite y se instalaron cabinas de peaje para obstruir el tráfico.

Otro reto interesante fue la creación de la mansión del capo de la droga de Sonora Fausto Alarcón. Vermette utilizó una finca de estilo toscano de Corrales, una bucólica zona periférica del norte de Albuquerque, a la que aportó toques de estilo mexicano y engalanó la elegante cabaña exterior para la escena culminante de la cena.

Vermette también construyó en un plató uno de los elementos menos vistos de la guerra contra las drogas: los túneles de los cárteles que pasan por debajo de la frontera para ocultar el flujo ilícito de drogas y dinero. Los ladrillos de droga almacenados en el túnel se crearon con virutas para hámster retractiladas. Después, utilizando como base imágenes periodísticas y policiales de túneles reales, se llenó el set de bolsas de plástico, tupperwares, envoltorios de sándwich, cascos, cableado eléctrico, palas, picos y cubos – los restos del tráfico constante de personas.

Con su vestuario, Renée April también buscaba conseguir un realismo palpable. Comenta que ya el simple proceso de documentación resultó horroroso. “Vi muchos documentales y muchas fotos que no debería haber visto, intentando encontrar la verdad, para que la gente la vea y la crea”, asegura.

Para Emily Blunt y su Kate, April mantuvo una imagen austera y dura, así que a menudo se puede ver al personaje con una sencilla camiseta gris, pantalones oscuros y botas militares, incluso cuando no está de servicio. “Trabaja con los hombres, va por ahí con su uniforme sudado, y cuando no es así, no deja de ser una mujer de camisetas. La mantuve muy minimalista, a juego con su personalidad, sin florituras”, describe April. “Luego va pasando a tonos más oscuros hacia el final, cuando todo lo que le está pasando es también cada vez más oscuro”.

Alejandro, el personaje de Benicio del Toro, solía ser abogado, y a menudo viste con una chaqueta de traje de color azul de Prusia, salvo cuando se dispone a luchar y luce la indumentaria táctica enteramente negra. “Ese azul no es un color que se vea muy a menudo y tiene un aire europeo. Eso es lo que me gustaba, que no parecía americano”, confiesa April. “Sirve para hacerse una cierta idea de cómo era Alejandro antes de que su vida se fuera a pique”.

El aspecto de Matt (Josh Brolin) se basaba igualmente en un personaje que era un estudio de contrastes: lo bastante informal para llevar chanclas, pero duro como una roca. “Me decidí por lo que el personaje es de forma natural”, explica April. “Se trata de un tipo que vive en habitaciones de hotel. Nunca sabe dónde va a estar a continuación. Compra esas camisas tan feas y esos pantalones horribles que se lavan en el lavabo y se secan en cinco minutos. Es práctico”.

Tras el rodaje, Villeneuve colaboró estrechamente con el montador Joe Walker, que fue nominado recientemente al Óscar por su labor en ’12 años de esclavitud’, para definir el angustioso ritmo de la película. También se reunió con Jóhann Jóhannsson, compositor islandés de ‘Prisioneros’, conocido por sus fascinantes melodías y su insistente percusión, que creó una evocadora banda sonora para ‘Sicario’, a juego con la intensa acción y las persistentes emociones del filme.

‘Sicario’es un visceral retrato desde dentro de la Guerra contra las drogas. Saca a la luz una realidad de preguntas difíciles y respuestas aún más difíciles, mientras pone a prueba la resistencia emocional y humana en un mundo en el que uno se ve obligado a lidiar con emociones, deseos y cuestiones morales en las que no hay claridad y la única ley inviolable es la ley de seguir con vida para poder continuar la lucha otro día.

Dirección: Denis Villeneuve.

Año: Estados Unidos, 2015.

Reparto: Benicio del Toro, Emily Blunt, Josh Brolin, Jon Bernthal, Victor Garber.

Producción: Basil Iwanyk, Edward L. McDonnell, Molly Smith, Thad Luckinbill, Trent Luckinbill.

Distribución: eOne Films Spain.

Estreno: 13 de noviembre de 2015.

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