‘Puro vicio’ – estreno en cines 13 de marzo

Dirigida por Paul Thomas Anderson.

‘Puro vicio’, la adaptación de la séptima y más divertida novela de Thomas Pynchon, es también la séptima película escrita y dirigida por Paul Thomas Anderson, y la primera adaptación al cine del legendariamente inventivo y culturalmente caleidoscópico trabajo de Pynchon. Con un corte bastante sombrío, la historia se sumerge de cabeza en la neblina y los neones de la contracultura estadounidense sirviéndose de una reinterpretación del clásico relato de detectives.

puro vicio cartelCuando la exnovia del detective privado Doc Sportello reaparece de pronto con una historia sobre su actual novio, un promotor inmobiliario multimillonario del que acaba de enamorarse y una trama urdida por la esposa de él y el novio de ella para secuestrarlo y arrojarlo en un cubo de basura solitario, bueno…, no resulta muy fácil de creer.

Corren los últimos coletazos de los años 60 del siglo pasado y la psicodelia está al orden del día, pero Doc sabe que el “amor” es otra de esas palabras de moda, como “viaje” o “súper” de la que se abusa, con la diferencia de que esta última suele acarrear problemas.

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El elenco de personajes que incluye a surfistas, estafadores, drogatas y roqueros, un prestamista asesino, detectives del departamento de policía de Los Ángeles, un saxofonista que trabaja de incógnito y una organización misteriosa conocida como el Colmillo Dorado, que solo puede ser una tapadera fiscal creada por algunos dentistas… forma parte del lumpen californiano y su frenesí alucinógeno, y constituye un homenaje 100 por 100 cinematográfico a un mundo de personajes geniales, imágenes de una absoluta precisión y anhelos profundos típicos del autor.

El Gran Los Ángeles de aproximadamente 1970 que aparece en ‘Puro vicio’ es una tierra de contradicciones: en expansión aunque claustrofóbica, llena de luz, pero en la que resulta fácil perderse. A lo largo de su investigación, Doc pasa de su hábitat habitual de las casitas de surferos en la playa al mapa del sur de California, pasando por el Centro Parker del departamento de policía de Los Ángeles, las mansiones de Topanga, sórdidos salones de masajes, obras llenas de polvo, restaurantes de la costa, bonitos centros de rehabilitación y la elegante sede de la omnipresente organización Colmillo Dorado. De igual forma, también conoce a personajes de todas las subculturas y capas sociales, desde fumadores de hierba hasta activistas políticos o policías, pasando por dentistas, abogados y capos inmobiliarios.

Aunque esta fluidez se presta muy bien para la narración literaria, el problema al que se enfrentaba Paul Thomas Anderson era cómo convertir la prosa de Pynchon en una experiencia cinematográfica extática y de trance. La película debía crear un mundo propio y atractivo que tuviera tirón con el público y le hiciera conectar con la necesidad de Doc de sondear los misterios de Shasta, Mickey Wolfmann y el Colmillo Dorado. Pero Anderson también quería que ese mundo resultara natural y cercano, además de desenfadadamente cómico, pero sin ser demasiado artificial.

Lo hizo en colaboración con un equipo de estrechos colaboradores que ya habían trabajado con él en muchas de sus películas: el director de fotografía Robert Elswit, ganador de un Óscar por ‘Pozos de ambición’, que rodó ‘Puro vicio’ en una película de 35 mm para preservar la estética de los años 70 y el carácter onírico de la realidad de Doc, el diseñador de producción David Crank, el diseñador de vestuario Mark Bridges y la montadora Leslie Jones.

Crank, director artístico en ‘Pozos de ambición’ y codiseñador de producción en ‘The Master’ junto a Jack Fisk, afirma que todo comenzó con unos extensos viajes por las carreteras que rodean Los Ángeles, a través de la maraña de autopistas y cañones, buscando las pistas perdidas de los 70 y los paisajes en los que podría haber vivido Doc. “Fue un período de investigación bastante largo”, señala Crank. “Visitamos una y otra vez distintos lugares y el proceso con Paul fue muy intuitivo, ya que trataba de reaccionar en el momento a los lugares viendo cómo encajaban con el tono que tenía en mente”.

El cambio de ciclo de los 60 a los 70 fascinaba a Crank. “Es un período complicado en todos los sentidos”, reflexiona. “Se produjo después del flower power, pero antes de que llegara de verdad el estilo de los 70. Eso es lo que tenía de interesante, pero también existía el riesgo de que el diseño resultara una mera colección de elementos bizarros. Eso suponía la mitad del problema: encontrar elementos que reflejaran esa época pero que no destacara ni distrajeran demasiado. La idea era que el público nunca pensara: ‘Ah, es una película de época’. Queríamos una estética gastada, que reflejara a las personas que vivían en ese mundo y que los objetos presentes lo estuvieran simplemente porque habían acabado allí. No queríamos decorados en los que se viera la huella del director artístico. No hablamos de qué cosas deberían tener un toque noir y cuáles ser más hippies. Todo formaba parte del mismo mundo”.

Para el apartamento de Doc en Gordita Beach, Crank recorrió primero Manhattan Beach para buscar vestigios de las cabañas de los años 60. Encontró justo lo que estaba buscando, pero resultaba imposible rodar allí, así que recrearon la casa en un decorado. “Se trataba de una casa que pertenecía a una mujer que era un verdadero espíritu libre, y creo que Paul se sintió cautivado por lo que transmitía, así que tratamos de recrearla”.

El poco convencional despacho de Doc también se construyó en un decorado. “Cada vez que tratábamos de hacer locuras con ese despacho, tanto Paul como yo teníamos la sensación de que nos habíamos pasado”, recuerda. “Así que nos decidimos por algo muy sencillo, algo que girara en torno a esa habitación de ladrillo que conectaba con todo lo que Doc hace allí”.

Por el contrario, la mansión de Mickey Wolfmann era una lujosa construcción clásica vintage de mediados de siglo. “Miramos cientos de mansiones, pero esta fue la elegida porque no se había reformado”, confiesa Crank. “Todavía conservaba esa hermosa piedra que apenas necesita ninguna decoración y no nos costó nada adecuarla a ese período. Parecía tener todo lo bueno del diseño de los años 60. Luego, construimos el tenebroso armario de las corbatas en un decorado independiente”.

Crank también fue el encargado de recrear los interiores del Centro Parker de Los Ángeles. Diseñada originalmente por el arquitecto Welton Becket —autor del famoso edificio de Capitol Records y del Cinerama Dome de Hollywood— esta construcción rectangular de ocho plantas de estilo modernista internacional fue la sede del departamento de policía de la ciudad de Los Ángeles de 1954 a 2009, y ha aparecido en numerosas ocasiones en películas policíacas de los 50, los 60 y los 70. En 2009, la policía se trasladó a unas nuevas instalaciones debido al riesgo sísmico que planteaba el Centro Parker. Aunque sigue en pie, el edificio está actualmente cerrado al público.

“Tratamos de recrear el Centro Parker en un refugio para indigentes de Skid Row, en el centro”, explica Crank. “Encontramos esta gran biblioteca que tenía precisamente una larga hilera de ventanas y la redecoramos, algo que funcionó muy bien”.

Al mismo tiempo, las menos visibles maquinaciones del Colmillo Dorado se situaron en el Ambassador College de Pasadena. “Se trata de un edificio de grandes proporciones”, señala Crank, “y pudimos aprovechar mucho del mobiliario original para la consulta del Dr. Blatnoyd, aunque tuvimos que tapizar las sillas de naranja”.

La película discurre por más de 60 localizaciones, desde el restaurante Chowder Barge de San Pedro hasta una laberíntica propiedad de Topanga perteneciente a una pareja de artistas o un terreno de Lancaster que reproducía la estética del Salvaje Oeste de las obras de Channel View Estates. La casa de Bigfoot era propiedad de un caballero ya mayor de Baldwin Hills, mientras que el despacho/cámara de torturas de Adrian Prussia estaba situado en Compton. El elegante club en el que se produce el encuentro entre Crocker Fenway y Doc se recreó en los sótanos del Los Angeles Theater, que también aparecían en “The Master”.

El ambiente de libertad inspiró también el trabajo del diseñador de vestuario Mark Bridges, que ya había colaborado con él en ‘Pozos de ambición’, ‘Embriagado de amor’, ‘Magnolia’, ‘Boogie Nights’ y ‘Hard Eight’, además de ganar un Óscar por la película ambientada en la época del cine mudo ‘The Artist’. En todos sus proyectos, Bridges empieza por buscar las cualidades más distintivas de los personajes, que, en este caso, eran evidentes.

“Empecé por leer el libro, para tomar luego notas y analizar muchas imágenes de la época en fotografías, películas, cuadros, ilustraciones, de todo”, recuerda. “Mientras miraba esas imágenes, me hacía preguntas acerca de los personajes: ‘¿Dónde comprarían?’, ‘¿Cómo se presentarían ante el mundo?’, ‘¿Encaja eso con el esquema de 1970?’ Y también empecé a pensar que esa época podía resultar novedosa e interesante, a la par que accesible para un público actual”.

Las imágenes de Pynchon aportaron a Bridges un fructífero punto de partida. “Paul y yo nos interesamos inmediatamente por algunas descripciones concretas de Pynchon: el traje del Dr. Blatnoyd, el disfraz de Coy en su primera aparición y el look de camarera de cóctel de Jade, todas ellas extraídas del libro”, explica.

Al igual que Anderson, Bridges vio a Doc reflejado en un Neil Young iconoclasta: desaliñado, relajado, un poco descuidado y moderno casi por accidente. “La influencia de Neil Young sobre la estética de Doc es el hilo conductor de todo el vestuario de Joaquin. Muchas veces, cuando necesitaba una idea para Doc, me fijaba en las elecciones de Neil durante esa época y, a menudo, encontraba un look único de época que era genial entonces y lo sigue siendo en nuestros días”, afirma. “Y luego está el ‘disfraz’ dorado de Joaquin, un traje vintage que me resultaba atractivo porque tenía un color interesante y también porque contrastaba mucho con el atuendo cotidiano de Doc”.

Bridges empleó una combinación de elementos vintage muy demandados con prendas confeccionadas a mano específicas de cada personaje. “El vestido de ganchillo de Shasta era un vestido original de la época que encontré en un anticuario; y fue todo un hallazgo, porque la mayoría de la ropa de ese tiempo no ha sobrevivido estos 45 años”, declara. “Lo teñí un poco para que el color fuera más fuerte y resultara más llamativo, aunque sin perder de vista la fidelidad a la época. Teníamos que tener mucho cuidado con él, porque se trataba de una pieza única”.

Continúa: “El traje de terciopelo del Dr. Blatnoyd se hizo a mano basándonos en un prototipo vintage, y el bañador negro de Sloane Wolfmann estaba inspirado en imágenes de época de Rudi Gernrich y Frederick’s of Hollywood, que diseñamos posteriormente en nuestro taller y personalizamos en varias pruebas para que todo fuera perfecto. Compramos los atuendos orientales de Jade en Chinatown y los customizamos modificando el patronaje para evocar ese período”.

Tras la producción, Anderson se encargó del montaje del numeroso material junto con Leslie Jones, con quien ya colaboró en ‘The Master’ y ‘Embriagado de amor’. Jones, al igual que Anderson, empezó por sumergirse en la inmensa consciencia del universo de Pynchon. “El estilo y el ritmo de Pynchon son únicos. Fue una poderosa inspiración para la adaptación de Paul, y siempre nos influyó a la hora del montaje”, recuerda. “Creo de verdad que la espontaneidad de Paul con los actores, y su facilidad para trabajar detrás la cámara, se complementan a la perfección con el lenguaje de Pynchon”.

La decisión de recurrir a una narradora pasó a ser clave en la construcción de la película definitiva. “Usar a Sortilège como narradora nos permitió una enorme flexibilidad en muchos aspectos”, explica Jones. “Y lo que es más importante, nos concedió el lujo de utilizar la voz de Pynchon para comentar directamente ideas más amplias y presentar el ‘panorama general’; resultó muy interesante cuando lo pusimos en marcha”.

Igualar los elementos noir con la forma de ver el mundo alucinada y confusa de Doc fue una fuente constante creatividad en el proceso de montaje. Jones afirma que tanto ella como Anderson se encontraron volviendo una y otra vez al principio, regresando a Doc y ese sueño desvanecido pero imperecedero de Gordita Beach.

“El reto y lo divertido del proceso fue encontrar ese equilibrio: determinar qué detalles de la trama eran necesarios, qué podíamos permitirnos no entender pero sin dejar por ello de disfrutar y luego contraponerlo con la política, el humor, el absurdo y la paranoia de la obra, además de esa sensación de irrealidad y subidón que producen las drogas. Siempre hemos estado ponderando la necesidad de claridad con el valor del entretenimiento y el compromiso emocional”, declara. “Pero con una historia tan concentrada, creo que lo mejor que pudimos hacer fue contemplar siempre la película como si la estuviéramos viendo por primera vez”.

Ese proceso de ver siempre la historia con un nuevo sesgo parecía encajar con el universo serpenteante y en constante evolución de Pynchon, quien ya escribió en ‘Puro propio’, “Lo que gira puede darse la vuelta, pero nunca regresa exactamente al mismo sitio, ¿te habías dado cuenta? Es como un disco en un tocadiscos, un solo surco de diferencia, y todo el universo puede estar en ‘otra canción’ totalmente diferente”.

Dirección: Paul Thomas Anderson.

Año: 2014, Estados Unidos.

Reparto: Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Owen Wilson, Katherine Waterston, Reese Witherspoon, Benicio del Toro, Jena Malone, Maya Rudolph, Martin Short, Joanna Newsom, Sasha Pieterse, Eric Roberts, Hong Chau, Serena Scott Thomas, Jefferson Mays (Dr. Threeply), Michael Kenneth Williams, Yvette Yates.

Producción: Paul Thomas Anderson, Daniel Lupi y JoAnne Sellar.

Distribución: Warner Bros.

Estreno: 13 de marzo de 2015.

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